Los manipuladores de Washington
El Centro para la Política de Seguridad
Los manipuladores de Washington
POR: THIERRY MEYSSAN* -
Se murmura en las cancillerías que, en Washington, el verdadero poder se ha desplazado de la Casa Blanca hacia el Centro para la Política de Seguridad (Center for Security Policy, CSP). Ese think-tank [NdT. Centro de investigación y divulgación de ideas, generalmente de carácter político], se jacta de determinar la política exterior estadounidense desde el 11 de septiembre, pretensión que algunos juzgan exagerada, aunque no parece infundada. Efectivamente, los que imponen su punto de vista, en el seno de la actual administración de Estados Unidos, forman un grupo muy unido que se conformó durante la guerra fría y se identifica con el CSP. Un recuento histórico se impone para poder comprender las maniobras internas del poder en Washington y los verdaderos móviles de los «halcones».
Acto 1 - El Comité sobre el Peligro Presente
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la red «stay-behind» [1] localizó más de un millar de científicos nazis y los envió a Estados Unidos durante la operación Paperclip [2]. Algunos eran especialistas en armas químicas y acababan de realizar experimentos con seres humanos en el campo de concentración de Dachau. Otros, un centenar, eran ingenieros y científicos del centro coheteril de Peenemünde. Bajo la dirección de Wernher von Braun, el equipo de este centro acababa de inventar y fabricar los cohetes V2 que sirvieron para bombardear Londres desde territorio continental.
Esos hombres fueron enviados a Fort Bliss (Texas) e incorporados al Comando Aéreo del Ejército (Army Air Defense Commannd, ARADCOM). Esa transferencia de tecnología alentó a los industriales estadounidenses del armamento a concebir la fabricación de un nuevo arsenal que incluiría tanto misiles intercontinentales como naves espaciales, todos capaces de transportar armas de destrucción masiva (químicas, biológicas o nucleares) [3]. Pero, paradójicamente, este gigantesco proyecto no tenía razón de ser después de la derrota de Alemania. A no ser, claro está, que Estados Unidos tuviera que enfrentar un nuevo enemigo.
F. Kennan, embajador de Estados Unidos en Moscú, describió el peligro soviético en un «largo telegrama», enviado a Washington en 1946. A su regreso a la capital, publicó sus análisis de forma anónima en la revista del Consejo para las Relaciones Exteriores (Council for Foreign Relations, CFR) [4]. Rápidamente, toda la clase dirigente estadounidense se persuadió de que el peligro rojo que se gestaba era más amenazador aún que el III Reich. Siguieron dos años y medio de debates internos de la alta administración para evaluar la amenaza, elaborar una respuesta y popularizarla.
Aplicando las lecciones aprendidas por causa de la falta de preparación de Estados Unidos para la Segunda Guerra Mundial, el presidente Harry Truman creó el Consejo de Seguridad Nacional (National Security Council, NSC) con el objetivo de establecer una coordinación entre la diplomacia y el conjunto de fuerzas militares estadounidenses, no solo en caso de guerra sino también en tiempos de paz. Al mismo tiempo, instituyó un servicio secreto permanente, lAgencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency, CIA).
La evolución de la situación en Europa, sobre todo la retirada británica de Grecia, llevó a Truman a decidir que era necesario mantener una presencia norteamericana permanente en el viejo continente para contrarrestar la influencia comunista. El general George C. Marshall, secretario de Estado, concibió un vasto plan que se conjugaba ayuda económico y acción secreta para establecer democracias y asegurarse de que estas hicieran «la elección correcta». La directiva NSC 10/2 del Consejo de Seguridad Nacional, redactada esencialmente por Kennan, oficializó la creación de una red de ingerencia: le stay-behind.
Los candentes debates internos de la administración Truman sobre la gravedad y la inminencia de la amenaza soviética se intensificaron más aún con el desencadenamiento de la guerra de Corea. En definitiva, George F. Kennan y el secretario de Defensa se vieron sobrepasados por una derecha más belicista aún que ellos mismos. Truman reorganizó su equipo. El general George C, Marshall se convirtió en secretario de Defensa, secundado por su amigo Robert Lovett.
Dean Acheson aceptó ponerse a la cabeza del Departamento de Estado, tomando como segundo a Paul H. Nitze en el puesto de director de planificación política. Este último redactó la versión definitiva de la directiva NSC 68 que define la doctrina de la guerra fría. Según ese documento, hoy desclasificado, el objetivo natural de la URSS era extender el comunismo al mundo entero. La URSS tardaría probablemente no más de cuatro años en dotarse de armas nucleares y no dudaría en utilizarlas a mediano plazo para destruir a su principal adversario: el país de la libertad, o sea los Estados Unidos de América.
Las dos superpotencias estaban condenadas a librar un duelo de titanes que tendría que terminar con el triunfo del capitalismo y el reino de la prosperidad sobre la tierra, o el hundimiento del género humano en las tinieblas del comunismo. La NSC 68 estaba acompañada de una decena de anexos separados que ofrecían programas de respuesta en los campos militar, civil, económico, etc.
Desgraciadamente, el pueblo norteamericano, en su alegría por el restablecimiento de la paz, no tenía consciencia del peligro creciente ni estaba listo para librar una nueva guerra por la salvación mundial. Truman tenía que convencer a sus conciudadanos de la urgencia que implicaba el peligro para que estos admitieran los sacrificios necesarios, esencialmente en términos de presupuesto y de reforma administrativa.
Se recurrió entonces a uno de los jefes del stay-behind, Edward W. Barrett, a la sazón director del Buró de Estrategia Sicológica (Interdepartmental Psychological Strategy Board, IPSB) y jefe de rúbrica de la revista Newsweek. Barrett organizó una operación de manipulación para condicionar la opinión pública interior [5]. Una asociación, que se presentaba como un grupo apolítico de ciudadanos vigilantes de la costa oeste, el Comité sobre el Peligro Presente (Committee on the Present Danger, CPC), lanzó en los medios de prensa estadounidenses una campaña por el refuerzo urgente de la defensa nacional.
Entre los organizadores del Comité, estaban Frank Altschul (director del Consejo para las Relaciones Exteriores), William Donovan (ex-jefe de los servicios secretos durante la Segunda Guerra Mundial) y el general Dwight D. Eisenhower.
El Comité causó tanto impacto que un consenso nacional le permitió a Truman triplicar bruscamente el presupuesto militar y hacer pública la política de «containment», o sea de creación de un cordón sanitario para contener a la URSS.
Truman ordenó la realización de proyectos para crear un arsenal espacial (Orbiter y Jupiter). Una Agencia del Ejército para los Misiles Balísticas (Army Balistic Missile Agency, ABMA) fue creada en Redstone (Alabama) y confiada al ex-SS Wernher von Braun. Se construyó en Cabo Cañaveral (Florida) una base de lanzamiento dirigida por Kurt Debus, otro ex-SS. La marina y la fuerza aérea también fueron llamadas a contribuir y científicos nazis fueron puestos a disposición de ambos cuerpos armados.
El proyecto futurista de crear un ejército espacial se convertía en la obsesión de los ideólogos de la guerra fría. El objetivo explícito de estos era garantizar el dominio militar estadounidense en todo el planeta para salvar a la humanidad del comunismo.
Acto 2 - La reactivación del CPD
El CPD fue disuelto en 1953, pero el stay-behind siguió ejerciendo una influencia preponderante. Bajo los mandatos de Eisenhower, Kennedy y Nixon, los gastos destinados al armamento se distribuyeron entre las necesidades provocadas por las guerras que se libraban en el extranjero (esencialmente en Vietnam) y las de los prestigiosos proyectos espaciales (particularmente el deseo de John F. Kennedy de enviar hombres a la luna para contrarrestar el éxito del vuelo espacial tripulado de Yuri Gagarin). Se así desarrollaron los programas Vanguard, Explorer, Mercury y Apollo.
Durante los años setenta, Kissinger, alejándose de la doctrina de «containment» en nombre de la realpolitik, organizó la «distensión» con la URSS para instrumentar el retiro estadounidense de Vietnam. Kissinger no ponía en tela de juicio la doctrina de la guerra fría, pero estaba consciente de que Estados Unidos no podía mantener une guerra frontal en Asia sin apoyo de su propia opinión pública. Oponía, por tanto, su realismo cínico a la ceguera casi mística de Nitze. Un tratado que limitaba el número de mísiles antibalísticos (ABM Treaty) y un acuerdo sobre la limitación de armas ofensivas estratégicas (SALT I) fueron firmados en 1972, para consternación de los veteranos del CPD. Después de la caída de Saigón, el Congreso puso fin a las medidas de guerra y redujo drásticamente los presupuestos militares así como ciertos gastos de prestigio. A falta de créditos, hubo que interrumpir los programas espaciales.
Paralelamente, el caso Watergate abrió un periodo de crítica hacia las instituciones. Comisiones investigadoras del Congreso sacaron a la luz las maniobras sucias de la CIA. La representante Elizabeth Holzman reveló la operación Paperclip. Se supo de paso que el stay-behind había seguido reclutando científicos nazis hasta los años sesenta, yendo incluso a buscarlos hasta sus escondites en América Latina. Se descubrió que, en el arsenal de Edgewood (Maryland), los médicos nazis habían proseguido, con 700 «voluntarios» del ejército norteamericano, los experimentos de armas químicas comenzados en Dachau [6].
En ese ambiente cargado en que los objetivos, métodos e instituciones de la guerra fría eran criticados desde todas partes, aparecieron fuertes tensiones entre el secretario de Estado Henry Kissinger y el secretario de Defensa James Schlssinger. El 3 de noviembre de 1975, el presidente Gerald Ford, que atravesaba una crisis de popularidad, decidió resolver el conflicto dando garantías simultáneamente a la opinión pública y al lobby militar e industrial. Confirmó a Kissinger en el Departamento de Estado, pero retirándole las funciones de consejero de seguridad nacional, las cuales transfirió al general Brent Scowcroft. Sacó a Schlessinger del Departamento de Defensa y nombró en su lugar al jefe de gabinete de la Casa Blanca, Donald Rumsfeld. Como si jugara con un cubo Rubik, Ford puso a Richard Cheney en el puesto que Rumsfeld ocupaba anteriormente, eliminó al director de la CIA, William Colby, y nombró en su lugar à George H. Bush. Ese cambio brutal de colaboradores pasó a la historia con el ilustrativo sobrenombre de «masacre de Halloween».
Al cambiar así la dirección del viento, el stay-behind retomó la iniciativa. Una pequeña asociación conservadora, el Instituto Americano de la Empresa (American Enterprise Institute, AEI) [7], fue escogida para concebir la argumentación; la Coalición por una Mayoría Democrática (Coalition for Democratic Majority, CDM) reunió algunos parlamentarios demócratas para encargarse del cabildeo; y el Comité sobre el Peligro Presente fue reactivado con la ayuda financiera de Hewlett-Packard y del sindicato AFL-CIO [8] para trabajar la opinión pública interna.
Bajo el control de Paul H. Nitze, Eugene V. Rostov y Wlliam R. Van Cleave, las tres asociaciones pusieron en tela de juicio los análisis de la CIA y denunciaron la subestimación de la amenaza soviética [9].
Públicamente, fue el senador demócrata Henry «Scoop» Jacson quien manejó la campaña a la que se integraron personajes del lobby israelí, como Richard Perle. En efecto, para escapar a los efectos del proceso de «distensión», los responsables estadounidenses de los proyectos espaciales habían trasladado una parte de sus investigaciones, sobre todo las nucleares, a Israel [10].
El presidente Gerald Ford estableció un doble sistema de evaluación especializada del potencial soviético. Los expertos de la CIA constituyeron un «equipo A» (Team A) mientras que los contra-expertos del CPD eran autorizados a crear un «equipo B» (Team B). Ambas partes tuvieron acceso a la información más confidencial de los diferentes servicios de inteligencia. El equipo B se componía de una decena de personalidades del CPD, entre las que se encontraban Nitze, Rostov y Van Cleave y, cosa sorprendente, el nuevo director de la CIA, George H. Bush, quien podía manejar así los dos equipos supuestamente contendientes. El equipo B contaba con la ayuda de varios técnicos que realizaron el verdadero trabajo de investigación y de redacción, entre ellos Richard Pipes, Paul Wolfowitz [11] y el general Lyman Lemnitzer [12].
Los respectivos informes [13] de ambos equipos fueron presentados y confrontados de manera puramente formal ante el Buró presidencial de Inteligencia Exterior el 21 de diciembre de 1976, pocos días antes de la investidura de Jimmy Carter como nuevo presidente. El equipo de Ford había dejado todo arreglado. Se admitió en pocos minutos que los estimados anteriores de la CIA eran erróneos y que la URSS se estaba preparando para atacar Estados Unidos. Por supuesto, y la Historia se encargó de demostrarlo con el tiempo, todo era una manipulación basada en crear confusión entre la cantidad y la calidad del armamento soviético.
En realidad, la URSS enfrentaba ya terribles dificultades económicas y no disponía de capacidad real para proyectar una confrontación Este-Oeste. A pesar de todo, ese estudio amañado sirvió de base para lograr que el Congreso reactivara los programas armamentistas. El equipo del ex-SS Wwernher Von Braun había perfeccionado ya misiles intercontinentales y realizado vuelos espaciales tripulados [14], así que se adoptó como nuevo objetivo el envío de militares al espacio (programas Challenger y Atlantis).
Esta nueva manipulación de la opinión pública estadounidense por el stay-behind se hizo a expensas de la CIA aún cuando la red stay-behind está ligada, administrativamente hablando, a la agencia de Langley. Los «duros» de la red pretendían castigar así la política de William Colby quien, después del Watergate, había permitido que el Congreso investigara las acciones de la CIA y había tratado además de someter el stay-behind a un control político.
Puesto ante el hecho consumado, el presidente Carter no pudo echar atrás las decisiones presupuestarias. Sacó de la administración a los miembros del CPD y se deshizo, tan pronto como le fue posible, de George H. Bush. Reemplazó a este último nombrando al almirante Stanfield Turner director de la CIA con la misión, imposible, de poner orden en la agencia y de eliminar el poder paralelo del stay-behind. Durante cuatro años, los veteranos del CPD se comportaron como un «gabinete fantasma» al servicio del futuro candidato republicano. Hostigaron a James Carter acusándolo de estar tan afectado por el «síndrome vietnamita» que no era capaz de conservar la sangre fría en períodos de crisis y responsabilizándolo por la pérdida de Irán.
Acto 3 - De Reagan a Clinton
Después de esos años de penuria, todo el equipo del CPD regresó al poder bajo la presidencia de Ronald Reagan. Este último había sido reclutado por el stay-behind al principio de la guerra fría, cuando era actor de Hollywood. Había actuado en anuncios publicitarios para colectas de fondos a favor de la Cruzada por la Libertad (Crusade for Freedom), asociación creada por Allan Dulles -el fundador de la CIA- para servir de pantalla al financiamiento del Comité Internacional de Refugiados en New York (International Refugee Committee in New York). La misión de este organismo, dirigido por William Casey, era traer discretamente a Estados Unidos a los ex-nazis útiles para la lucha anticomunista. Ronald Reagan también había sido utilizado por el stay-behind, durante el macartismo, en la limpieza de Hollywood.
Ronald Reagan nombró a William Casey, su antiguo oficial de caso, director de la CIA. El stay-behind recuperó sus prerrogativas y multiplicó las maniobras sucias hasta el Irangate. Los hombres del CPD se desplegaron, desde el Pentágono y el Buró de Desarme hasta el Departamento de Estado [15]. Rostov y Van Cleave fueron nombrados a la cabeza de la Agencia para el Control de Armamentos y Desarme (Arms Control and Disarmement Agency, ACDA); Richard Pipes se convirtió en kremlinólogo mayor de la Casa Blanca, etc. Nadie se quedó fuera: Jeane Kirkpatrick, que tanto había trabajado en la Coalición por una Mayoría Democrática, fue nombrado embajadora en la ONU; Michael Novak, que se había dedicado al American Entreprise Institute, fue designado representante de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos, etc. Los que proseguían su carrera en empresas privadas también fueron recompensados, como lo fue Donald Rumsfeld que, habiéndose convertido en presidente de una multinacional, fue nombrado consejero especial de la Casa Blanca para el control de armas.
El presidente Reagan designó a la URSS como «el Imperio del Mal» y retomó los programas nucleares y espaciales. Dos Directivas sobre las Decisiones de Seguridad Nacional (National Security Decision Directives), NSDD-42 y NSDD-85 cimentaron de nuevo el conjunto del sistema de investigación y de rearme y establecieron las bases legales del más vasto programa militar de la historia: la Iniciativa de Defensa Estratégica (Strategic Defense Initiative, SDI), también conocida bajo el ridículo nombre de «Guerra de las galaxias».
En 1989, al llegar al límite constitucional de sus dos mandatos, Ronald Reagan dejó la presidencia a George H. Bush. Al limitarse inicialmente a continuar lo emprendido, el nuevo presidente suscitó bastante decepción entre los veteranos del CPD. Bush padre estimaba que el inesperado derrumbe de la URSS significaba de hecho el fin de la guerra fría y anunciaba un periodo favorable para la apertura de nuevos mercados y el saqueo de recursos naturales. Sus antiguos amigos pensaban, por el contrario, que la desaparición del único adversario capaz de desafiar a Estados Unidos representaba la ocasión de realizar al fin sus propios sueños de dominio militar exclusivo. Peor aún, en 1993, la llegada a la Casa Blanca de un demócrata moralista, William Clinton, recordó a los veteranos de la guerra fría las vicisitudes de la época de Carter. Durante los años H Bush-Clinton, los veteranos del CPD crearon o reactivaron una serie de think-tanks y de grupos de presión encargados de preparar condiciones con vistas a tiempos mejores. El Instituto Americano de la Empresa (AEI) [16] dio lugar al nacimiento del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (Center for Strategic and International Studies, CSIS) [17]. El eje Washington-Tel Aviv se reforzó a través del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional (Jewish Institute for National Security Affaire, JINSA) y del Centro para la Política de Seguridad (Center for Security Policy, CSP) [18].
Acto 4 - El Center for Security Policy
Creado en 1988, el CSP afirma ser el sucesor político del CPD, sin precisar si es también un producto de los servicios stay-behind. Pretende «defender la paz internacional mediante el desarrollo del poderío de los Estados Unidos de América». Douglas J. Feith (actual secretario adjunto de Defensa encargado de la política de defensa) y Frank J. Gaffney Jr., ex-ayudante parlamentario del senador Henry «Scoop» Jackson, fueron sus fundadores y lo dirigieron sucesivamente.
Esta nueva asociación dispone de un presupuesto limitado (1,7 millones de dólares al año). Este proviene principalmente de donaciones de las fundaciones de la familia Richard Mellon Scaife [19] (Gulf Oil), y los fabricantes de armas Boeing Company y Lockheed Martin Corporation. Dispone, sin embargo, de una influencia considerable gracias a sus administradores y consejeros que son actualmente los cuadros más importantes del Departamento de Defensa. La continuidad con el CPD se manifiesta mediante la presencia de veteranos del equipo B, como William R. Van Cleave, y sobre todo por la continuidad de su acción: designación del enemigo comunista (los peligros chino y norcoreano han reemplazado la amenaza soviética), propuestas de anulación de los tratados de no proliferación, militarización espacial, militarización de la seguridad interne.
El 12 de mayo de 1996, los hombres del CPD reunieron en Praga a 300 responsables políticos y militares, europeos y estadounidenses, para lanzar una nueva iniciativa atlántica (New Atlantic Initiative, NAI) [20]. Anunciaron entonces el nuevo papel de la OTAN, después de la disolución del Pacto de Varsovia: aglutinar los Estados de Europa central y oriental bajo la égida estadounidense ante la amenaza de los «Estados villanos».
El CSP estableció una sucursal en Jerusalén al hacerse del control de una asociación que ya existía allí: el Instituto for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS), conducida por Robert J. Loewenberg y el inevitable William R. Van Cleave.
El 8 de julio de 1996, Richard Perle, Douglas Feith, David y Mayrav Wurmser entregaron al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu un documento de la IASPS intitulado «Una ruptura limpia: una nueva estrategia para garantizar la seguridad territorial» (A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm) [21]]. El documento aconsejaba la anulación de los acuerdos de Oslo, la eliminación política de Yasser Arafat, la anexión de los territorios palestinos, el derrocamiento de Saddam Hussein en Irak para desestabilizar Siria y Líbano al mismo tiempo, el desmantelamiento de Irak con la creación de un Estado palestino dentro del territorio de ese país y, en cambio de todas estas ventajas para Israel, la utilización del Estado hebreo como base complementaria del programa estadounidense de guerra de las galaxias.
El 19 de febrero de 1998, Richard Perle y Stephen Solarz publicaron une «Carta abierta al presidente Clinton» preparada por el CSP, en la que exigían el derrocamiento del régimen de Bagdad. La carta llevaba las firmas de varios miembros del CSP, como Elliot Abrams [22], John Bolton, Douglas Feith, Fred Iklé, Zalmay Klalizad, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y David Wurmser.
En 1998, a fuerza de cabildeo, el CSP obtuvo del presidente Clinton la creación de una comisión nacional de evaluación de la amenaza balística cuya presidencia fue otorgada a Donald Rumsfeld. El 15 de julio, solamente se hizo pública la conclusión del informe. Se afirmaba que la CIA subestima nuevamente las amenazas al ignorar que Corea del Norte, Irán et Irak dispondrán en cinco años de misiles balísticos capaces de golpear el territorio estadounidense [23].
En el 2000, el CSP obtuvo la creación de una nueva comisión, esta vez para evaluar la seguridad espacial. Otra vez la presidencia fue para Donald Rumsfeld y la comisión concluyó, por supuesto, que se subestimaba grandemente la vulnerabilidad espacial de Estados Unidos. Al ser interrogado por los periodistas sobre el origen de esta amenaza, Donald Rumsfeld respondió, lo más seriamente del mundo, que el peligro provenía no tanto de Estados como de grupos privados. Según él, un terrorista internacional, Osama Bin Laden, podía disponer en Afganistán de una base de lanzamientos de satélites y un centro de montaje de bombas atómicas.
Desde que la Corte Suprema designó a George W. Bush (hijo de George H. Bush) como presidente de Estados Unidos, el CSP no ha parado de marcar puntos: nombramientos de Donald Rumsfled como secretario de Defensa, de Paul Wolfowitz y Douglas Feith como secretarios adjuntos, de Richard Perle como presidente del Consejo Consultivo de Política de Defensa; nombramiento de John Bolton como secretario de Estado adjunto para el Desarme, de manera que no le pierde ni pie ni pisada al demasiado independiente Colin Powell; nombramiento de Zalmay Khalizad como responsable de la política norteamericana en Afganistán; publicación por el Departamento de Defensa de un informe -especialmente elaborado- sobre la amenaza militar china [24]; retirada unilateral del tratado ABM; aumento de los presupuestos militares en más de 40%; creación de un embrión de arma espacial; revisión del proceso de paz de Oslo en el Medio Oriente; hostigamiento contra el régimen de Saddam Hussein en Irak,etc.
Durante los últimos años, el CSP tuvo además la precaución de extender sus medios de influencia en la sociedad civil mediante la creación y el mantenimiento de una nebulosa de asociaciones: el Instituto de Washington para la Política del Medio Oriente (Washington Institute for Near East Policy, WINEP) [25]], el Instituto de Medios de difusión del Medio Oriente y de Investigación (MiddleEast Media &Research Institute, MEMRI) [26], el Instituto de Investigación sobre Política Exterior (Foreign Policy Research Institute, FPRI) [27] y, últimamente, la Fundación para la Defensa de las Democracias (Foundation for Defense of Democraties, FDD) [28]. Las campañas del CSP y de sus satélites encuentran amplio eco en el Weekly Standard de William Bristol, el Jerusalem Post de Richard Perle y el Washington Times de Arnaud de Borchgrave, así como en los editoriales de Charles Krauthammer en el Washington Post.
Los tiempos cambian, pero las prácticas son las mismas. Después del 11 de septiembre, las asociaciones y periódicos ligados al CSP emprendieron una campaña de descrédito contra la CIA. La agencia de Langley fue declarada culpable de haber cometido un grave error al subestimar el peligro islamista, exactamente igual que 22 años antes, cuando el CDP la acusaba de haber subestimado la amenaza soviética. Ese psicodrama nacional sirvió para justificar la derogación el código de deontología de la CIA, la reincorporación de ex-cuadros que la administración Clinton había pasado a retiro anticipado y la adopción por el presidente George W. Bush de un plan de acciones secretas en 68 Estados [29]. La teoría de la Guerra de civilizaciones, elaborada por Samuel Huntington, reemplazó el credo antisoviético primario de la guerra fría. «El Eje del Mal» encarnado en el islamista rabioso substituyó el «Imperio del Mal» y su mujik agresivo. Para convencer a la opinión pública interna, el stay-behind ha vuelto a sus viejas prácticas de manipulación. Donald Rumsfeld llegó incluso a crear una Oficina de Información Estratégica (Office for the Strategic Influence, OSI) encargada de intoxicar a la prensa estadounidense y de convencer a la opinión pública de la necesidad de emprender una cruzada del mundo judeocristiano contra el mundo árabe-musulmán [30]. Todos esos elementos han contribuido a establecer un consenso que ha permitido satisfacer la mayoría de las exigencias del CSP, tanto en términos presupuestarios como estratégicos.
En noviembre de 2001, el CSP otorgó su premio anual «Guardianes de la Llama» (Keepers of the Flame) al ex-director de la CIA y ulterior secretario de Defensa James R. Schlessinger. El premio le fue entregado por Donald Rumsfeld, su sucesor en el Pentágono cuando la «masacre del Halloween». Allí estaban todos: John Bolton, Paul Wolfowitz, Zalmay Khalizad, Douglas Feith, James Woolsey, etc. En sus palabras introductorias, el presidente de la asociación, Frank Gaffney, dejó escapar una confidencia: «Hemos necesitado trece años para llegar a donde estamos, pero aquí estamos» [31]. Una manera elegante de decir que estuvieron todos en el poder con Ronald Reagan, que se vieron después marginados bajo la presidencia del «negociante» George H. Bush y apartados bajo la de William Clinton y que, finalmente, se apoderaron nuevamente del poder, no con la designación de George W. Bush sino gracias a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Thierry Meyssan - Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire y de la sección francesa Réseau Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate
[1] «Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia» por Thierry Meyssan, Voltaire 20 de julio de 2001.
[2] Secret Agenda: The United States Government, Nazi Scientists, and Project Paperclip, 1945 to 1990, por Linda Hunt. St.Martins Press, 1991.
[3] World Circling Spaceship, Rand Corporation, mayo de 1946.
[4] «The Sources of Soviet Conduct», por Mr. X (alias de George C. Kennan), in Foreign Affairs, julio de 1947.
[5] Los documentos que preparó Barrett y que atestiguan la manipulación fueron desclasificados por James Carter. Se publicaron en el volumen dedicado a Corea de Foreign Relations of the United States. Un análisis de esos documentos aparece en «A Tale of Two Memos» por Bob Spiegelman, Covert Action n° 31, invierno de 1989. Por otra parte, Barrett expuso sus teorías y métodos en Truth is Our Weapon, Funk and Wagnalls, 1953, obra que fue reeditada por B&W Reprint.
[6] La continuación de los crímenes nazis en el arsenal de Edgewood dió lugar a un informe de los inspectores generales James R. Taylor y William Johnson «Research Report Concerning the Use of Volunteers in Chemical Agent Research», 21 julio de 1975. El conjunto de expérimentos químicos que dirigieron los científicos nazis del ejército estadounidense entre la población civil de los propios Estados Unidos fue objeto de un informe del Congreso, «Biological Testing Involving Human Subjects by the Department of Defense», 23 de mayo de 1977.
[7] La AEI había sido fundada en 1943 para promover la libre empresa. Más que un lobby político, en aquel entonces era esencialmente un grupo de reflexión sobre la economía. La tarea de asegurar el control sobre el AEI y desarrollarlo fue confiada a William Baroody Sr. y, más tarde a su hijo William Baroody Jr. En algunos años el AEI multiplicó por quince su membresía.
[8] David Packard, ex-secretario adjunto de Defensa y presidente de la multinacional Hewlett-Packard, y Lane Kirkland, secretario-tesorero de la AFL-CIO, eran copresidentes del CPD.
[9] Peddlers of Crisis: The Committee on the Present Danger, Jerry Sanders, South End Press, 1983. Killing Detente, The Right Attacks the CIA, Anne Hessing Cahn, Pennsylvania State Press, 1998.
[10] La maniobra era especialmente lógica en la medida en que hacía mucho que Washington había decidido poner la bomba atómica en manos de Israel. Cf . Affaires atomiques, Dominique Lorentz, edición Les Arènes, 2001 www.arenes.fr/livres.
[11] Ver: «Paul Wolfowitz, lâme du Pentagone» texto en francés, por Paul Labarique, Voltaire, 6 de octubre de 2004.
[12] Sobre el general Lemnitzer, ver «Opération Northwoods, cuando el estado mayor estadounidense planificaba atentados terroristas contra su población», por Thierry Meyssan, Voltaire 5 de novembre de 2001.
[13] Richard Pipes publicó una versión abreviada del informe del equipo B en Commentary de julio de 1977 con el título «Why the Soviet Union Thinks It Could Fight and Win a Nuclear War». Se conoce con el nombre de «Pipes Report».
[14] Ver: «Operación Paperclip: de los V2 a la Luna», Voltaire, 7 de enero de 2005.
[15] «Group Goes from Exile to Influence», in The New York Times, 23 de noviembre de 1981.
[16] Sitio oficial del AEI http://www.aei.org.
[17] Sitio oficial del CSIS http://www.csis.org.
[18] Sitio oficial del CSP http://www.centerforsecuritypolicy.org.
[19] Recordemos que Hillary Rodham Clinton acusó ampliamente a Richard Mellon Scaife como principal conspirador y financiero del escándalo Lewinsky.
[20] Sitio oficial de la NAI http://www.aei.org/nai.
[21] Une versión abreviada del documento aparece en [22" class="spip_out">http://www.israeleconomy.org/strat1.htm Sobre Elliott Abrams, ver «Opération manquée au Venezuela», por Thierry Meyssan, Voltaire, 18 mayo 2002.
[23] El estimado de la CIA (National Intelligence Estimation) NIE 95-19 había llegado a la conclusión de que ningún nuevo Estado alcanzaría la capacidad necesaria para golpear el territorio estadounidense antes de 2010.
[24] «China: MilitarytoMilitary Exchange2000», Departmentof Defense, 6 de julio de 2001 http://www.defenselink.mil/news/Jun... y Military Power of the Peoples Republic of China,Department of Defense, 7 de diciembre de 2002 http://www.defenselink.mil/news/Jul.
[25] Sitio oficial del WINEP [26" class="spip_out">http://www.washingtoninstitute.org Sitio oficial del MEMRI http://www.memri.org. El MEMRI ofrece a sus miembros congresistas y a la prensa estadounidense traducciones gratuitas de artículos de la prensa árabe. La selección, muy parcial, de estos materiales tiene como objetivo desacreditar a los dirigentes árabes. El MEMRI fue creado para el CSP por un grupo de oficiales del servicio de inteligencia de las fuerzas armadas israelíes: el coronel Yigal Carmon, Yotam Feldner y Aluma Solnick. Cf. «Selective MEMRI», in The Guardian, 12 de agosto de 2002.
[27] Sitio oficial del FPRI http://www.fpri.org.
[28] Sitio oficial de la FDD http://www.defenddemocracy.org.
[29] 11 septembre 2001, LEffroyable imposture, por Thierry Meyssan, edición Carnot, 2002 http://www.effroyable-imposture.net.
[30] Oficialmente, esta Oficina fue disuelta después de ser revelada su existencia por la prensa norteamericana. Pero, como su creación no fue nunca oficial, no hay manera de comprobar si fue realmente eliminada.
[31] Washington Hawks Get Power Boost, Julian Borger, The Guardian del 17 de diciembre de 2001.
Los manipuladores de Washington
POR: THIERRY MEYSSAN* -
Se murmura en las cancillerías que, en Washington, el verdadero poder se ha desplazado de la Casa Blanca hacia el Centro para la Política de Seguridad (Center for Security Policy, CSP). Ese think-tank [NdT. Centro de investigación y divulgación de ideas, generalmente de carácter político], se jacta de determinar la política exterior estadounidense desde el 11 de septiembre, pretensión que algunos juzgan exagerada, aunque no parece infundada. Efectivamente, los que imponen su punto de vista, en el seno de la actual administración de Estados Unidos, forman un grupo muy unido que se conformó durante la guerra fría y se identifica con el CSP. Un recuento histórico se impone para poder comprender las maniobras internas del poder en Washington y los verdaderos móviles de los «halcones».
Acto 1 - El Comité sobre el Peligro Presente
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la red «stay-behind» [1] localizó más de un millar de científicos nazis y los envió a Estados Unidos durante la operación Paperclip [2]. Algunos eran especialistas en armas químicas y acababan de realizar experimentos con seres humanos en el campo de concentración de Dachau. Otros, un centenar, eran ingenieros y científicos del centro coheteril de Peenemünde. Bajo la dirección de Wernher von Braun, el equipo de este centro acababa de inventar y fabricar los cohetes V2 que sirvieron para bombardear Londres desde territorio continental.
Esos hombres fueron enviados a Fort Bliss (Texas) e incorporados al Comando Aéreo del Ejército (Army Air Defense Commannd, ARADCOM). Esa transferencia de tecnología alentó a los industriales estadounidenses del armamento a concebir la fabricación de un nuevo arsenal que incluiría tanto misiles intercontinentales como naves espaciales, todos capaces de transportar armas de destrucción masiva (químicas, biológicas o nucleares) [3]. Pero, paradójicamente, este gigantesco proyecto no tenía razón de ser después de la derrota de Alemania. A no ser, claro está, que Estados Unidos tuviera que enfrentar un nuevo enemigo.
F. Kennan, embajador de Estados Unidos en Moscú, describió el peligro soviético en un «largo telegrama», enviado a Washington en 1946. A su regreso a la capital, publicó sus análisis de forma anónima en la revista del Consejo para las Relaciones Exteriores (Council for Foreign Relations, CFR) [4]. Rápidamente, toda la clase dirigente estadounidense se persuadió de que el peligro rojo que se gestaba era más amenazador aún que el III Reich. Siguieron dos años y medio de debates internos de la alta administración para evaluar la amenaza, elaborar una respuesta y popularizarla.
Aplicando las lecciones aprendidas por causa de la falta de preparación de Estados Unidos para la Segunda Guerra Mundial, el presidente Harry Truman creó el Consejo de Seguridad Nacional (National Security Council, NSC) con el objetivo de establecer una coordinación entre la diplomacia y el conjunto de fuerzas militares estadounidenses, no solo en caso de guerra sino también en tiempos de paz. Al mismo tiempo, instituyó un servicio secreto permanente, lAgencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency, CIA).
La evolución de la situación en Europa, sobre todo la retirada británica de Grecia, llevó a Truman a decidir que era necesario mantener una presencia norteamericana permanente en el viejo continente para contrarrestar la influencia comunista. El general George C. Marshall, secretario de Estado, concibió un vasto plan que se conjugaba ayuda económico y acción secreta para establecer democracias y asegurarse de que estas hicieran «la elección correcta». La directiva NSC 10/2 del Consejo de Seguridad Nacional, redactada esencialmente por Kennan, oficializó la creación de una red de ingerencia: le stay-behind.
Los candentes debates internos de la administración Truman sobre la gravedad y la inminencia de la amenaza soviética se intensificaron más aún con el desencadenamiento de la guerra de Corea. En definitiva, George F. Kennan y el secretario de Defensa se vieron sobrepasados por una derecha más belicista aún que ellos mismos. Truman reorganizó su equipo. El general George C, Marshall se convirtió en secretario de Defensa, secundado por su amigo Robert Lovett.
Dean Acheson aceptó ponerse a la cabeza del Departamento de Estado, tomando como segundo a Paul H. Nitze en el puesto de director de planificación política. Este último redactó la versión definitiva de la directiva NSC 68 que define la doctrina de la guerra fría. Según ese documento, hoy desclasificado, el objetivo natural de la URSS era extender el comunismo al mundo entero. La URSS tardaría probablemente no más de cuatro años en dotarse de armas nucleares y no dudaría en utilizarlas a mediano plazo para destruir a su principal adversario: el país de la libertad, o sea los Estados Unidos de América.
Las dos superpotencias estaban condenadas a librar un duelo de titanes que tendría que terminar con el triunfo del capitalismo y el reino de la prosperidad sobre la tierra, o el hundimiento del género humano en las tinieblas del comunismo. La NSC 68 estaba acompañada de una decena de anexos separados que ofrecían programas de respuesta en los campos militar, civil, económico, etc.
Desgraciadamente, el pueblo norteamericano, en su alegría por el restablecimiento de la paz, no tenía consciencia del peligro creciente ni estaba listo para librar una nueva guerra por la salvación mundial. Truman tenía que convencer a sus conciudadanos de la urgencia que implicaba el peligro para que estos admitieran los sacrificios necesarios, esencialmente en términos de presupuesto y de reforma administrativa.
Se recurrió entonces a uno de los jefes del stay-behind, Edward W. Barrett, a la sazón director del Buró de Estrategia Sicológica (Interdepartmental Psychological Strategy Board, IPSB) y jefe de rúbrica de la revista Newsweek. Barrett organizó una operación de manipulación para condicionar la opinión pública interior [5]. Una asociación, que se presentaba como un grupo apolítico de ciudadanos vigilantes de la costa oeste, el Comité sobre el Peligro Presente (Committee on the Present Danger, CPC), lanzó en los medios de prensa estadounidenses una campaña por el refuerzo urgente de la defensa nacional.
Entre los organizadores del Comité, estaban Frank Altschul (director del Consejo para las Relaciones Exteriores), William Donovan (ex-jefe de los servicios secretos durante la Segunda Guerra Mundial) y el general Dwight D. Eisenhower.
El Comité causó tanto impacto que un consenso nacional le permitió a Truman triplicar bruscamente el presupuesto militar y hacer pública la política de «containment», o sea de creación de un cordón sanitario para contener a la URSS.
Truman ordenó la realización de proyectos para crear un arsenal espacial (Orbiter y Jupiter). Una Agencia del Ejército para los Misiles Balísticas (Army Balistic Missile Agency, ABMA) fue creada en Redstone (Alabama) y confiada al ex-SS Wernher von Braun. Se construyó en Cabo Cañaveral (Florida) una base de lanzamiento dirigida por Kurt Debus, otro ex-SS. La marina y la fuerza aérea también fueron llamadas a contribuir y científicos nazis fueron puestos a disposición de ambos cuerpos armados.
El proyecto futurista de crear un ejército espacial se convertía en la obsesión de los ideólogos de la guerra fría. El objetivo explícito de estos era garantizar el dominio militar estadounidense en todo el planeta para salvar a la humanidad del comunismo.
Acto 2 - La reactivación del CPD
El CPD fue disuelto en 1953, pero el stay-behind siguió ejerciendo una influencia preponderante. Bajo los mandatos de Eisenhower, Kennedy y Nixon, los gastos destinados al armamento se distribuyeron entre las necesidades provocadas por las guerras que se libraban en el extranjero (esencialmente en Vietnam) y las de los prestigiosos proyectos espaciales (particularmente el deseo de John F. Kennedy de enviar hombres a la luna para contrarrestar el éxito del vuelo espacial tripulado de Yuri Gagarin). Se así desarrollaron los programas Vanguard, Explorer, Mercury y Apollo.
Durante los años setenta, Kissinger, alejándose de la doctrina de «containment» en nombre de la realpolitik, organizó la «distensión» con la URSS para instrumentar el retiro estadounidense de Vietnam. Kissinger no ponía en tela de juicio la doctrina de la guerra fría, pero estaba consciente de que Estados Unidos no podía mantener une guerra frontal en Asia sin apoyo de su propia opinión pública. Oponía, por tanto, su realismo cínico a la ceguera casi mística de Nitze. Un tratado que limitaba el número de mísiles antibalísticos (ABM Treaty) y un acuerdo sobre la limitación de armas ofensivas estratégicas (SALT I) fueron firmados en 1972, para consternación de los veteranos del CPD. Después de la caída de Saigón, el Congreso puso fin a las medidas de guerra y redujo drásticamente los presupuestos militares así como ciertos gastos de prestigio. A falta de créditos, hubo que interrumpir los programas espaciales.
Paralelamente, el caso Watergate abrió un periodo de crítica hacia las instituciones. Comisiones investigadoras del Congreso sacaron a la luz las maniobras sucias de la CIA. La representante Elizabeth Holzman reveló la operación Paperclip. Se supo de paso que el stay-behind había seguido reclutando científicos nazis hasta los años sesenta, yendo incluso a buscarlos hasta sus escondites en América Latina. Se descubrió que, en el arsenal de Edgewood (Maryland), los médicos nazis habían proseguido, con 700 «voluntarios» del ejército norteamericano, los experimentos de armas químicas comenzados en Dachau [6].
En ese ambiente cargado en que los objetivos, métodos e instituciones de la guerra fría eran criticados desde todas partes, aparecieron fuertes tensiones entre el secretario de Estado Henry Kissinger y el secretario de Defensa James Schlssinger. El 3 de noviembre de 1975, el presidente Gerald Ford, que atravesaba una crisis de popularidad, decidió resolver el conflicto dando garantías simultáneamente a la opinión pública y al lobby militar e industrial. Confirmó a Kissinger en el Departamento de Estado, pero retirándole las funciones de consejero de seguridad nacional, las cuales transfirió al general Brent Scowcroft. Sacó a Schlessinger del Departamento de Defensa y nombró en su lugar al jefe de gabinete de la Casa Blanca, Donald Rumsfeld. Como si jugara con un cubo Rubik, Ford puso a Richard Cheney en el puesto que Rumsfeld ocupaba anteriormente, eliminó al director de la CIA, William Colby, y nombró en su lugar à George H. Bush. Ese cambio brutal de colaboradores pasó a la historia con el ilustrativo sobrenombre de «masacre de Halloween».
Al cambiar así la dirección del viento, el stay-behind retomó la iniciativa. Una pequeña asociación conservadora, el Instituto Americano de la Empresa (American Enterprise Institute, AEI) [7], fue escogida para concebir la argumentación; la Coalición por una Mayoría Democrática (Coalition for Democratic Majority, CDM) reunió algunos parlamentarios demócratas para encargarse del cabildeo; y el Comité sobre el Peligro Presente fue reactivado con la ayuda financiera de Hewlett-Packard y del sindicato AFL-CIO [8] para trabajar la opinión pública interna.
Bajo el control de Paul H. Nitze, Eugene V. Rostov y Wlliam R. Van Cleave, las tres asociaciones pusieron en tela de juicio los análisis de la CIA y denunciaron la subestimación de la amenaza soviética [9].
Públicamente, fue el senador demócrata Henry «Scoop» Jacson quien manejó la campaña a la que se integraron personajes del lobby israelí, como Richard Perle. En efecto, para escapar a los efectos del proceso de «distensión», los responsables estadounidenses de los proyectos espaciales habían trasladado una parte de sus investigaciones, sobre todo las nucleares, a Israel [10].
El presidente Gerald Ford estableció un doble sistema de evaluación especializada del potencial soviético. Los expertos de la CIA constituyeron un «equipo A» (Team A) mientras que los contra-expertos del CPD eran autorizados a crear un «equipo B» (Team B). Ambas partes tuvieron acceso a la información más confidencial de los diferentes servicios de inteligencia. El equipo B se componía de una decena de personalidades del CPD, entre las que se encontraban Nitze, Rostov y Van Cleave y, cosa sorprendente, el nuevo director de la CIA, George H. Bush, quien podía manejar así los dos equipos supuestamente contendientes. El equipo B contaba con la ayuda de varios técnicos que realizaron el verdadero trabajo de investigación y de redacción, entre ellos Richard Pipes, Paul Wolfowitz [11] y el general Lyman Lemnitzer [12].
Los respectivos informes [13] de ambos equipos fueron presentados y confrontados de manera puramente formal ante el Buró presidencial de Inteligencia Exterior el 21 de diciembre de 1976, pocos días antes de la investidura de Jimmy Carter como nuevo presidente. El equipo de Ford había dejado todo arreglado. Se admitió en pocos minutos que los estimados anteriores de la CIA eran erróneos y que la URSS se estaba preparando para atacar Estados Unidos. Por supuesto, y la Historia se encargó de demostrarlo con el tiempo, todo era una manipulación basada en crear confusión entre la cantidad y la calidad del armamento soviético.
En realidad, la URSS enfrentaba ya terribles dificultades económicas y no disponía de capacidad real para proyectar una confrontación Este-Oeste. A pesar de todo, ese estudio amañado sirvió de base para lograr que el Congreso reactivara los programas armamentistas. El equipo del ex-SS Wwernher Von Braun había perfeccionado ya misiles intercontinentales y realizado vuelos espaciales tripulados [14], así que se adoptó como nuevo objetivo el envío de militares al espacio (programas Challenger y Atlantis).
Esta nueva manipulación de la opinión pública estadounidense por el stay-behind se hizo a expensas de la CIA aún cuando la red stay-behind está ligada, administrativamente hablando, a la agencia de Langley. Los «duros» de la red pretendían castigar así la política de William Colby quien, después del Watergate, había permitido que el Congreso investigara las acciones de la CIA y había tratado además de someter el stay-behind a un control político.
Puesto ante el hecho consumado, el presidente Carter no pudo echar atrás las decisiones presupuestarias. Sacó de la administración a los miembros del CPD y se deshizo, tan pronto como le fue posible, de George H. Bush. Reemplazó a este último nombrando al almirante Stanfield Turner director de la CIA con la misión, imposible, de poner orden en la agencia y de eliminar el poder paralelo del stay-behind. Durante cuatro años, los veteranos del CPD se comportaron como un «gabinete fantasma» al servicio del futuro candidato republicano. Hostigaron a James Carter acusándolo de estar tan afectado por el «síndrome vietnamita» que no era capaz de conservar la sangre fría en períodos de crisis y responsabilizándolo por la pérdida de Irán.
Acto 3 - De Reagan a Clinton
Después de esos años de penuria, todo el equipo del CPD regresó al poder bajo la presidencia de Ronald Reagan. Este último había sido reclutado por el stay-behind al principio de la guerra fría, cuando era actor de Hollywood. Había actuado en anuncios publicitarios para colectas de fondos a favor de la Cruzada por la Libertad (Crusade for Freedom), asociación creada por Allan Dulles -el fundador de la CIA- para servir de pantalla al financiamiento del Comité Internacional de Refugiados en New York (International Refugee Committee in New York). La misión de este organismo, dirigido por William Casey, era traer discretamente a Estados Unidos a los ex-nazis útiles para la lucha anticomunista. Ronald Reagan también había sido utilizado por el stay-behind, durante el macartismo, en la limpieza de Hollywood.
Ronald Reagan nombró a William Casey, su antiguo oficial de caso, director de la CIA. El stay-behind recuperó sus prerrogativas y multiplicó las maniobras sucias hasta el Irangate. Los hombres del CPD se desplegaron, desde el Pentágono y el Buró de Desarme hasta el Departamento de Estado [15]. Rostov y Van Cleave fueron nombrados a la cabeza de la Agencia para el Control de Armamentos y Desarme (Arms Control and Disarmement Agency, ACDA); Richard Pipes se convirtió en kremlinólogo mayor de la Casa Blanca, etc. Nadie se quedó fuera: Jeane Kirkpatrick, que tanto había trabajado en la Coalición por una Mayoría Democrática, fue nombrado embajadora en la ONU; Michael Novak, que se había dedicado al American Entreprise Institute, fue designado representante de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos, etc. Los que proseguían su carrera en empresas privadas también fueron recompensados, como lo fue Donald Rumsfeld que, habiéndose convertido en presidente de una multinacional, fue nombrado consejero especial de la Casa Blanca para el control de armas.
El presidente Reagan designó a la URSS como «el Imperio del Mal» y retomó los programas nucleares y espaciales. Dos Directivas sobre las Decisiones de Seguridad Nacional (National Security Decision Directives), NSDD-42 y NSDD-85 cimentaron de nuevo el conjunto del sistema de investigación y de rearme y establecieron las bases legales del más vasto programa militar de la historia: la Iniciativa de Defensa Estratégica (Strategic Defense Initiative, SDI), también conocida bajo el ridículo nombre de «Guerra de las galaxias».
En 1989, al llegar al límite constitucional de sus dos mandatos, Ronald Reagan dejó la presidencia a George H. Bush. Al limitarse inicialmente a continuar lo emprendido, el nuevo presidente suscitó bastante decepción entre los veteranos del CPD. Bush padre estimaba que el inesperado derrumbe de la URSS significaba de hecho el fin de la guerra fría y anunciaba un periodo favorable para la apertura de nuevos mercados y el saqueo de recursos naturales. Sus antiguos amigos pensaban, por el contrario, que la desaparición del único adversario capaz de desafiar a Estados Unidos representaba la ocasión de realizar al fin sus propios sueños de dominio militar exclusivo. Peor aún, en 1993, la llegada a la Casa Blanca de un demócrata moralista, William Clinton, recordó a los veteranos de la guerra fría las vicisitudes de la época de Carter. Durante los años H Bush-Clinton, los veteranos del CPD crearon o reactivaron una serie de think-tanks y de grupos de presión encargados de preparar condiciones con vistas a tiempos mejores. El Instituto Americano de la Empresa (AEI) [16] dio lugar al nacimiento del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (Center for Strategic and International Studies, CSIS) [17]. El eje Washington-Tel Aviv se reforzó a través del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional (Jewish Institute for National Security Affaire, JINSA) y del Centro para la Política de Seguridad (Center for Security Policy, CSP) [18].
Acto 4 - El Center for Security Policy
Creado en 1988, el CSP afirma ser el sucesor político del CPD, sin precisar si es también un producto de los servicios stay-behind. Pretende «defender la paz internacional mediante el desarrollo del poderío de los Estados Unidos de América». Douglas J. Feith (actual secretario adjunto de Defensa encargado de la política de defensa) y Frank J. Gaffney Jr., ex-ayudante parlamentario del senador Henry «Scoop» Jackson, fueron sus fundadores y lo dirigieron sucesivamente.
Esta nueva asociación dispone de un presupuesto limitado (1,7 millones de dólares al año). Este proviene principalmente de donaciones de las fundaciones de la familia Richard Mellon Scaife [19] (Gulf Oil), y los fabricantes de armas Boeing Company y Lockheed Martin Corporation. Dispone, sin embargo, de una influencia considerable gracias a sus administradores y consejeros que son actualmente los cuadros más importantes del Departamento de Defensa. La continuidad con el CPD se manifiesta mediante la presencia de veteranos del equipo B, como William R. Van Cleave, y sobre todo por la continuidad de su acción: designación del enemigo comunista (los peligros chino y norcoreano han reemplazado la amenaza soviética), propuestas de anulación de los tratados de no proliferación, militarización espacial, militarización de la seguridad interne.
El 12 de mayo de 1996, los hombres del CPD reunieron en Praga a 300 responsables políticos y militares, europeos y estadounidenses, para lanzar una nueva iniciativa atlántica (New Atlantic Initiative, NAI) [20]. Anunciaron entonces el nuevo papel de la OTAN, después de la disolución del Pacto de Varsovia: aglutinar los Estados de Europa central y oriental bajo la égida estadounidense ante la amenaza de los «Estados villanos».
El CSP estableció una sucursal en Jerusalén al hacerse del control de una asociación que ya existía allí: el Instituto for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS), conducida por Robert J. Loewenberg y el inevitable William R. Van Cleave.
El 8 de julio de 1996, Richard Perle, Douglas Feith, David y Mayrav Wurmser entregaron al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu un documento de la IASPS intitulado «Una ruptura limpia: una nueva estrategia para garantizar la seguridad territorial» (A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm) [21]]. El documento aconsejaba la anulación de los acuerdos de Oslo, la eliminación política de Yasser Arafat, la anexión de los territorios palestinos, el derrocamiento de Saddam Hussein en Irak para desestabilizar Siria y Líbano al mismo tiempo, el desmantelamiento de Irak con la creación de un Estado palestino dentro del territorio de ese país y, en cambio de todas estas ventajas para Israel, la utilización del Estado hebreo como base complementaria del programa estadounidense de guerra de las galaxias.
El 19 de febrero de 1998, Richard Perle y Stephen Solarz publicaron une «Carta abierta al presidente Clinton» preparada por el CSP, en la que exigían el derrocamiento del régimen de Bagdad. La carta llevaba las firmas de varios miembros del CSP, como Elliot Abrams [22], John Bolton, Douglas Feith, Fred Iklé, Zalmay Klalizad, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y David Wurmser.
En 1998, a fuerza de cabildeo, el CSP obtuvo del presidente Clinton la creación de una comisión nacional de evaluación de la amenaza balística cuya presidencia fue otorgada a Donald Rumsfeld. El 15 de julio, solamente se hizo pública la conclusión del informe. Se afirmaba que la CIA subestima nuevamente las amenazas al ignorar que Corea del Norte, Irán et Irak dispondrán en cinco años de misiles balísticos capaces de golpear el territorio estadounidense [23].
En el 2000, el CSP obtuvo la creación de una nueva comisión, esta vez para evaluar la seguridad espacial. Otra vez la presidencia fue para Donald Rumsfeld y la comisión concluyó, por supuesto, que se subestimaba grandemente la vulnerabilidad espacial de Estados Unidos. Al ser interrogado por los periodistas sobre el origen de esta amenaza, Donald Rumsfeld respondió, lo más seriamente del mundo, que el peligro provenía no tanto de Estados como de grupos privados. Según él, un terrorista internacional, Osama Bin Laden, podía disponer en Afganistán de una base de lanzamientos de satélites y un centro de montaje de bombas atómicas.
Desde que la Corte Suprema designó a George W. Bush (hijo de George H. Bush) como presidente de Estados Unidos, el CSP no ha parado de marcar puntos: nombramientos de Donald Rumsfled como secretario de Defensa, de Paul Wolfowitz y Douglas Feith como secretarios adjuntos, de Richard Perle como presidente del Consejo Consultivo de Política de Defensa; nombramiento de John Bolton como secretario de Estado adjunto para el Desarme, de manera que no le pierde ni pie ni pisada al demasiado independiente Colin Powell; nombramiento de Zalmay Khalizad como responsable de la política norteamericana en Afganistán; publicación por el Departamento de Defensa de un informe -especialmente elaborado- sobre la amenaza militar china [24]; retirada unilateral del tratado ABM; aumento de los presupuestos militares en más de 40%; creación de un embrión de arma espacial; revisión del proceso de paz de Oslo en el Medio Oriente; hostigamiento contra el régimen de Saddam Hussein en Irak,etc.
Durante los últimos años, el CSP tuvo además la precaución de extender sus medios de influencia en la sociedad civil mediante la creación y el mantenimiento de una nebulosa de asociaciones: el Instituto de Washington para la Política del Medio Oriente (Washington Institute for Near East Policy, WINEP) [25]], el Instituto de Medios de difusión del Medio Oriente y de Investigación (MiddleEast Media &Research Institute, MEMRI) [26], el Instituto de Investigación sobre Política Exterior (Foreign Policy Research Institute, FPRI) [27] y, últimamente, la Fundación para la Defensa de las Democracias (Foundation for Defense of Democraties, FDD) [28]. Las campañas del CSP y de sus satélites encuentran amplio eco en el Weekly Standard de William Bristol, el Jerusalem Post de Richard Perle y el Washington Times de Arnaud de Borchgrave, así como en los editoriales de Charles Krauthammer en el Washington Post.
Los tiempos cambian, pero las prácticas son las mismas. Después del 11 de septiembre, las asociaciones y periódicos ligados al CSP emprendieron una campaña de descrédito contra la CIA. La agencia de Langley fue declarada culpable de haber cometido un grave error al subestimar el peligro islamista, exactamente igual que 22 años antes, cuando el CDP la acusaba de haber subestimado la amenaza soviética. Ese psicodrama nacional sirvió para justificar la derogación el código de deontología de la CIA, la reincorporación de ex-cuadros que la administración Clinton había pasado a retiro anticipado y la adopción por el presidente George W. Bush de un plan de acciones secretas en 68 Estados [29]. La teoría de la Guerra de civilizaciones, elaborada por Samuel Huntington, reemplazó el credo antisoviético primario de la guerra fría. «El Eje del Mal» encarnado en el islamista rabioso substituyó el «Imperio del Mal» y su mujik agresivo. Para convencer a la opinión pública interna, el stay-behind ha vuelto a sus viejas prácticas de manipulación. Donald Rumsfeld llegó incluso a crear una Oficina de Información Estratégica (Office for the Strategic Influence, OSI) encargada de intoxicar a la prensa estadounidense y de convencer a la opinión pública de la necesidad de emprender una cruzada del mundo judeocristiano contra el mundo árabe-musulmán [30]. Todos esos elementos han contribuido a establecer un consenso que ha permitido satisfacer la mayoría de las exigencias del CSP, tanto en términos presupuestarios como estratégicos.
En noviembre de 2001, el CSP otorgó su premio anual «Guardianes de la Llama» (Keepers of the Flame) al ex-director de la CIA y ulterior secretario de Defensa James R. Schlessinger. El premio le fue entregado por Donald Rumsfeld, su sucesor en el Pentágono cuando la «masacre del Halloween». Allí estaban todos: John Bolton, Paul Wolfowitz, Zalmay Khalizad, Douglas Feith, James Woolsey, etc. En sus palabras introductorias, el presidente de la asociación, Frank Gaffney, dejó escapar una confidencia: «Hemos necesitado trece años para llegar a donde estamos, pero aquí estamos» [31]. Una manera elegante de decir que estuvieron todos en el poder con Ronald Reagan, que se vieron después marginados bajo la presidencia del «negociante» George H. Bush y apartados bajo la de William Clinton y que, finalmente, se apoderaron nuevamente del poder, no con la designación de George W. Bush sino gracias a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Thierry Meyssan - Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire y de la sección francesa Réseau Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate
[1] «Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia» por Thierry Meyssan, Voltaire 20 de julio de 2001.
[2] Secret Agenda: The United States Government, Nazi Scientists, and Project Paperclip, 1945 to 1990, por Linda Hunt. St.Martins Press, 1991.
[3] World Circling Spaceship, Rand Corporation, mayo de 1946.
[4] «The Sources of Soviet Conduct», por Mr. X (alias de George C. Kennan), in Foreign Affairs, julio de 1947.
[5] Los documentos que preparó Barrett y que atestiguan la manipulación fueron desclasificados por James Carter. Se publicaron en el volumen dedicado a Corea de Foreign Relations of the United States. Un análisis de esos documentos aparece en «A Tale of Two Memos» por Bob Spiegelman, Covert Action n° 31, invierno de 1989. Por otra parte, Barrett expuso sus teorías y métodos en Truth is Our Weapon, Funk and Wagnalls, 1953, obra que fue reeditada por B&W Reprint.
[6] La continuación de los crímenes nazis en el arsenal de Edgewood dió lugar a un informe de los inspectores generales James R. Taylor y William Johnson «Research Report Concerning the Use of Volunteers in Chemical Agent Research», 21 julio de 1975. El conjunto de expérimentos químicos que dirigieron los científicos nazis del ejército estadounidense entre la población civil de los propios Estados Unidos fue objeto de un informe del Congreso, «Biological Testing Involving Human Subjects by the Department of Defense», 23 de mayo de 1977.
[7] La AEI había sido fundada en 1943 para promover la libre empresa. Más que un lobby político, en aquel entonces era esencialmente un grupo de reflexión sobre la economía. La tarea de asegurar el control sobre el AEI y desarrollarlo fue confiada a William Baroody Sr. y, más tarde a su hijo William Baroody Jr. En algunos años el AEI multiplicó por quince su membresía.
[8] David Packard, ex-secretario adjunto de Defensa y presidente de la multinacional Hewlett-Packard, y Lane Kirkland, secretario-tesorero de la AFL-CIO, eran copresidentes del CPD.
[9] Peddlers of Crisis: The Committee on the Present Danger, Jerry Sanders, South End Press, 1983. Killing Detente, The Right Attacks the CIA, Anne Hessing Cahn, Pennsylvania State Press, 1998.
[10] La maniobra era especialmente lógica en la medida en que hacía mucho que Washington había decidido poner la bomba atómica en manos de Israel. Cf . Affaires atomiques, Dominique Lorentz, edición Les Arènes, 2001 www.arenes.fr/livres.
[11] Ver: «Paul Wolfowitz, lâme du Pentagone» texto en francés, por Paul Labarique, Voltaire, 6 de octubre de 2004.
[12] Sobre el general Lemnitzer, ver «Opération Northwoods, cuando el estado mayor estadounidense planificaba atentados terroristas contra su población», por Thierry Meyssan, Voltaire 5 de novembre de 2001.
[13] Richard Pipes publicó una versión abreviada del informe del equipo B en Commentary de julio de 1977 con el título «Why the Soviet Union Thinks It Could Fight and Win a Nuclear War». Se conoce con el nombre de «Pipes Report».
[14] Ver: «Operación Paperclip: de los V2 a la Luna», Voltaire, 7 de enero de 2005.
[15] «Group Goes from Exile to Influence», in The New York Times, 23 de noviembre de 1981.
[16] Sitio oficial del AEI http://www.aei.org.
[17] Sitio oficial del CSIS http://www.csis.org.
[18] Sitio oficial del CSP http://www.centerforsecuritypolicy.org.
[19] Recordemos que Hillary Rodham Clinton acusó ampliamente a Richard Mellon Scaife como principal conspirador y financiero del escándalo Lewinsky.
[20] Sitio oficial de la NAI http://www.aei.org/nai.
[21] Une versión abreviada del documento aparece en [22" class="spip_out">http://www.israeleconomy.org/strat1.htm Sobre Elliott Abrams, ver «Opération manquée au Venezuela», por Thierry Meyssan, Voltaire, 18 mayo 2002.
[23] El estimado de la CIA (National Intelligence Estimation) NIE 95-19 había llegado a la conclusión de que ningún nuevo Estado alcanzaría la capacidad necesaria para golpear el territorio estadounidense antes de 2010.
[24] «China: MilitarytoMilitary Exchange2000», Departmentof Defense, 6 de julio de 2001 http://www.defenselink.mil/news/Jun... y Military Power of the Peoples Republic of China,Department of Defense, 7 de diciembre de 2002 http://www.defenselink.mil/news/Jul.
[25] Sitio oficial del WINEP [26" class="spip_out">http://www.washingtoninstitute.org Sitio oficial del MEMRI http://www.memri.org. El MEMRI ofrece a sus miembros congresistas y a la prensa estadounidense traducciones gratuitas de artículos de la prensa árabe. La selección, muy parcial, de estos materiales tiene como objetivo desacreditar a los dirigentes árabes. El MEMRI fue creado para el CSP por un grupo de oficiales del servicio de inteligencia de las fuerzas armadas israelíes: el coronel Yigal Carmon, Yotam Feldner y Aluma Solnick. Cf. «Selective MEMRI», in The Guardian, 12 de agosto de 2002.
[27] Sitio oficial del FPRI http://www.fpri.org.
[28] Sitio oficial de la FDD http://www.defenddemocracy.org.
[29] 11 septembre 2001, LEffroyable imposture, por Thierry Meyssan, edición Carnot, 2002 http://www.effroyable-imposture.net.
[30] Oficialmente, esta Oficina fue disuelta después de ser revelada su existencia por la prensa norteamericana. Pero, como su creación no fue nunca oficial, no hay manera de comprobar si fue realmente eliminada.
[31] Washington Hawks Get Power Boost, Julian Borger, The Guardian del 17 de diciembre de 2001.
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