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Augusto Pinochet y el "Riggs, Riggs, Raja"

Augusto Pinochet y el "Riggs, Riggs, Raja" LA AGUJA HIPODPERMICA ESPECIAL ANIVERSARIO

Augusto Pinochet y el "Riggs, Riggs, Raja"

Por: Juan Carlos Páez R.


Para esta semana quiero hacerlo recordar su infancia, ¿recuerda la última vez que le leyeron un cuento? aunque suene absurdo, esta columna estará destinada a revivir una época de su niñez, que parecía olvidada: cuando antes de dormir su madre le leía una historia y luego besaba su frente.

Yo, les contaré una. Sobre el beso, lo quedo debiendo, a no ser que la potencial lectora, sea una damisela veinteañera. En ese caso se puede acercar a mis oficinas a cobrar la otra parte de la tradición.

Este era un niñito, típico "cabrus chilensis", que hablaba con chilenismos, la palabra "hueón" era la muletilla más reconocible en su vocabulario y gustaba de la disciplina militar, es más, muchas veces tomaba las decisiones de niño, con medidas un poco autoritarias para sus padres. Este pequeño era muy inteligente, cuando sabia que había cometido un error, o no quería ir a la escuela, (que para él era la cárcel) acusaba dolores de cabeza y a veces hasta se "hacía el loco", conversando con su amigo imaginario, que usaba para tales fines, al cual llamaba "Mamo".

El regalo de cada Navidad de Augustito eran soldaditos de plástico y cuando les regalaban rojos, los derretía en una fogata, acusándolos de comunistas.

Por sus extraños gustos (mientras sus amigos escuchaban a "Mazapán", el prefería oír marchas militares, en la que repetía una y otra vez, "los viejos estandartes") era objeto de burlas, a lo que él respondía ofuscado a los demás niños: "los tengo a todos identificados", extrañamente, los niños siempre se cambiaban de colegio, antes de terminar el año escolar.

Hubo un tiempo en que Augustito se sentía sumamente sólo, pero por suerte conoció a tres niñitos, que serían sus compañeros de travesuras durante muchos años. Un día, hartos de los niños que compartían la casa de muñecas de la plaza, decidieron tomarse dicha construcción y en sus bicicletas (todavía con las ruedas chicas y con un envase de yogurt en los rayos, para que sonaran como motos) decidieron atacar la casita de muñecas, instaurando un régimen de terror en la plaza. Desde ahí comenzaron a jugar al típico juego de niños "Ring, ring raja" que consiste en hacer sonar el timbre de un vecino y salir corriendo para desaparecer en el anonimato, de ahí el nombre, ring, ring, por el ruido del timbre y raja, por salir corriendo. Se sabe que ellos inventaron una variedad, donde los que desaparecían corriendo no eran ellos, sino quienes habitaban la vivienda. Augustito fue tomando el liderazgo de esta banda, y poco a poco le empezó a gustar el dinero y así un día, de tanto que creció su ambición por ser rico, para así comprar hartos dulces, creó otra variedad del juego original, la cual llamó "Riggs, riggs, raja" aunque muchos lo llaman "Riggs, riggs, car'e raja".

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