Intervención del presidente Hugo Chávez ante la Asamblea General de la ONU
los venezolanos y venezolanas amamos a nuestro presidente, por que es la voz de los que no tienen palabras, interpreta nuestros sueños y esperanzas, tiene la fuerza de todo el pueblo, lucha por nosotros y por la humanidad, por que de verdad cree que otro mundo es posible y es necesario organizarse para poder cambiarlo....aca estamos todos emocionados y fortalecidos con el discurso de chavez ante la ONU, ¡que tamaño tiene la dignidad de ese hombre! que peso tendra su nombre en la historia de nuestros pueblos!!!!!!!
Intervención del presidente Hugo Chávez ante la Asamblea General de la ONU
Excelencias, Amigas y Amigos
El propósito original de esta reunión ha sido desvirtuado totalmente. Se nos ha impuesto, como centro del debate, un mal llamado procesos de reformas que relega a un segundo plano lo más urgente, lo que los pueblos del mundo reclaman con urgencia. Como lo es la adopción de medidas para afrontar los verdaderos problemas que obstaculizan e impiden los esfuerzos de nuestros países por el desarrollo.
Cinco años después de la Cumbre del Milenio, la cruda realidad es que la gran mayoría de las metas diseñadas, pese a que eran ya de por sí modestísimas, no serán alcanzadas. Pretendimos reducir a la mitad los 842 millones de hambrientos para el año 2015. Al ritmo actual la meta se lograría en el año 2215. Ve a ver quién de nosotros estaríamos allí para celebrarlo. Si es que la especie humana logra sobrevivir a la destrucción que amenaza nuestro medio ambiente.
Habíamos proclamado la aspiración de lograr en el 2015 la enseñanza primaria universal. Al ritmo actual, la meta se alcanzará después del año 2100, preparémonos pues para celebrarlo.
Esto, amigos y amigas del mundo, nos lleva de manera irreversible a una amarga conclusión: Las Naciones Unidas han agotado su modelo y no se trata simplemente de proceder a una reforma. El siglo XXI reclama cambios profundos, que sólo son posibles con una refundación de esta organización. Esto no sirve, hay que decirlo, es la pura verdad.
Esas transformaciones a las que desde Venezuela nos referimos al mundo tienen para nosotros, desde nuestro punto de vista, dos tiempos: el inmediato, el de ahora mismo; y el de los sueños, el de la utopía. El primero está marcado por los acuerdos lastrados por el viejo esquema, no le rehuimos, y traemos incluso propuestas dentro de ese modelo en el corto plazo. Pero el sueño de la paz mundial, el sueño de un nosotros que no avergüence por el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la necesidad extrema, necesita además de raíces, alas para volar. Necesitamos alas para volar.
Sabemos que hay una globalización neoliberal aterradora, pero también existe la realidad de un mundo interconectado que tenemos que enfrentar no como un problema, sino como un reto. Podemos, sobre la base de las realidades nacionales, intercambiar conocimientos, complementarnos, integrar mercados; pero al tiempo debemos entender que hay problemas que ya no tienen solución nacional: ni una nube radioactiva, ni los precios mundiales, ni una pandemia, ni el calentamiento del planeta o el agujero de la capa de ozono son problemas nacionales.
Mientras avanzamos hacia un nuevo modelo de Naciones Unidas que haga cierto y suyo ese "nosotros" de los pueblos hay cuatro reformas urgentes e irrenunciables que traemos a esta asamblea: La primera, la expansión del Consejo de Seguridad, tanto en sus categorías permanentes como en sus no permanentes, dando entrada a nuevos países desarrollados y a países en desarrollo como nuevos miembros permanentes. La segunda, la necesaria mejora de los métodos de trabajo para aumentar la transparencia, no para disminuirla; para aumentar el respeto y no para disminuirlo; para aumentar la inclusión. La tercera, la supresión inmediata, seguimos diciéndolo desde hace seis años desde Venezuela, la supresión inmediata del veto a las decisiones al Consejo de Seguridad. Ese vestigio elitesco e incompatible con la democracia, incompatible con la sola idea de igualdad y democracia. Y en cuarto lugar, el fortalecimiento del papel del secretario general, sus funciones políticas en el marco de la diplomacia preventiva deben ser consolidadas.
La gravedad de los problemas convoca transformaciones profundas. Las meras reformas no bastan para recuperar el "nosotros". ¿Qué esperan los pueblos del mundo? Más allá de las reformas, nosotros desde Venezuela reclamamos la refundación de Naciones Unidas, y como bien sabemos en Venezuela, por las palabras de Simón Rodríguez el Robinson de Caracas, o inventamos o erramos.
En la reunión de enero pasado, de este año 2005, estuvimos en el Foro Social Mundial en Porto Alegre. Diferentes personalidades allí pidieron que la sede de Naciones Unidas saliera de los Estados Unidos si es que continúan las violaciones a la legalidad internacional por parte de ese país. Hoy sabemos que nunca existieron armas de destrucción masiva en Irak el pueblo estadounidense siempre ha sido muy riguroso con la exigencia de la verdad a sus gobernantes. Los demás pueblos también. Nunca hubo armas de destrucción masiva y sin embargo, por encima de las Naciones Unidas, Irak fue bombardeado, ocupado, y continúa ocupado. Por eso proponemos a esta asamblea que Naciones Unidas salga de un país que no es respetuoso con las propias resoluciones de esta asamblea.
Algunas propuestas han señalado a una Jerusalén convertida en ciudad internacional como una alternativa. La propuesta tiene la generosidad de proponer una respuesta al conflicto que vive Palestina, pero quizás tenga aristas que hagan difícil llevarla a cabo. Por eso traemos aquí otra propuesta, anclada en la Carta de Jamaica que escribió Simón Bolívar, el gran Libertador del Sur en Jamaica, en 1815, hace 190 años. Allí propuso Bolívar la creación de una ciudad internacional que sirviera de sede a la idea de unidad internacional que planteaba. Bolívar era un soñador que soñó lo que son hoy nuestras realidades. Creemos que ya es hora de crear hoy una ciudad internacional ajena a la soberanía de ningún Estado, con la fuerza propia de la moralidad de representar a las naciones del mundo, pero esa ciudad internacional tiene que reequilibrar cinco siglos de desequilibrio. La nueva sede de Naciones Unidas tiene que estar en el Sur. El Sur también existe, dijo Mario Bennedetti. Esa ciudad, que puede existir ya o podemos inventarla, puede estar donde se crucen varias fronteras o en un territorio que simbolice al mundo. Nuestro continente está en disposición de ofrecer ese suelo sobre el cual edificar el equilibrio del Universo del que habló Bolívar en 1825.
Señoras, señores: enfrentamos hoy una crisis energética sin precedentes en el mundo. En la que se combinan peligrosamente un imparable crecimiento del consumo energético, la incapacidad de aumentar la oferta de hidrocarburos y la perspectiva de una declinación en las reservas probadas de combustibles fósiles. Comienza a agotarse el petróleo. Para el 2020, la demanda diaria de petróleo será de 120 millones de barriles con lo cual, incluso sin tener en cuenta futuros crecimientos, se consumirían en 20 años una cifra similar a todo el petróleo que ha gastado la humanidad hasta el momento. Lo cual significará inevitablemente un aumento en las emisiones de dióxido de carbono que, como se sabe, incrementa cada día la temperatura de nuestro planeta.
Katrina ha sido un doloroso ejemplo de las consecuencias que puede traer al hombre ignorar estas realidades. El calentamiento de los océanos es, a su vez, el factor fundamental detrás del demoledor incremento de las fuerzas en los huracanes que hemos visto en los últimos años. Valga la ocasión para transmitir una vez más nuestro dolor y nuestro pesar al pueblo de los Estados Unidos que es un pueblo hermano de los pueblos de América también y de los pueblos del mundo.
Es práctica y éticamente inadmisible sacrificar a la especie humana, invocando de manera demencial la vigencia de un modelo socioeconómico con una galopante capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo, en imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es, precisamente, el principal causante. Hace poco el señor presidente de los Estados Unidos asistió a una reunión de la Organización de Estados Americanos a proponerle a la América Latina y al Caribe incrementar las políticas de mercado, la apertura de mercados, es decir, el neoliberalismo; cuando esa es precisamente la causa fundamental de las grandes tragedias y de los grandes males que viven nuestros pueblos. El capitalismo neoliberal, el Consenso de Washington. Lo que ha generado es mayor grado de miseria, de desigualdad y una tragedia infinita a los pueblos de este continente.
Ahora más que nunca necesitamos, señor presidente, un nuevo orden internacional. Recordemos que la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su sexto período extraordinario de sesiones, celebrado en 1974, en Breton Woods (algunos de quienes están aquí no habían nacido seguramente o estaban muy pequeños). En 1974, hace 31 años, adoptó la Declaración y el Programa de Acción sobre un nuevo orden económico internacional. Junto con el plan de acción, la Asamblea General adoptó el 14 de diciembre de aquel año 1974 la Carta de Derecho y Deberes Económicos de los Estados que concretó el nuevo orden económico internacional, siendo aprobado por la mayoría aplastante de 120 votos a favor, 6 en contra y 10 abstenciones. Esto era cuando se votaba en Naciones Unidas, porque ahora aquí no se vota. Ahora aquí se aprueban documentos que yo denuncio en nombre de Venezuela como nulo e ilegal. Se aprobó violando la normativa de las Naciones Unidas. No es válido este documento, habrá que discutir este documento. El gobierno de Venezuela lo va a hacer en todo el mundo, pero nosotros no podemos aceptar la dictadura abierta y descarada en las Naciones Unidas. Y para eso yo hago un llamado muy respetuoso a mis colegas, los jefes de Estados y Gobiernos. Ahora me reunía con el presidente Néstor Kirchner y bueno le mostraba el documento. Este documento fue entregado cinco minutos, sólo en inglés, a nuestros delegados, y se aprobó con un martillazo dictatorial que denuncio ante el mundo como ilegal, írrito, nulo e ilegítimo.
Óigame una cosa, señor presidente. Si nosotros vamos a aceptar esto es que estamos perdidos. Apaguemos la luz, y cerremos las puertas y cerremos las ventanas. Sería lo último, que aceptemos la dictadura aquí en este salón.
Requerimos retomar cosas que se quedaron en el camino como la propuesta aprobada en esta asamblea en 1974 de un nuevo orden económico internacional para recordar algo, digamos lo siguiente. El artículo 2 del texto de aquella carta confirma el derecho de los estados de nacionalizar las propiedades y los recursos naturales que se encontraban en manos de inversores extranjeros, proponiendo igualmente la creación de cárteles de producción de materia prima. En su resolución 3201, de mayo de 1974, expresó la determinación de trabajar con urgencia para establecer un nuevo orden económico internacional basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la igualdad entre todos los Estados, cualesquiera que sean sus sistemas económicos y sociales, que corrija las desigualdades y repare las injusticias entre los países desarrollados y los países en desarrollo, y asegure a las generaciones presentes y futuras la paz, la justicia, y un desarrollo económico y social que se acelere a ritmo sostenido.
El objetivo del nuevo orden económico internacional era modificar el viejo orden económico concebido. Creo que el presidente de los Estados Unidos habló ayer durante unos 20 minutos según me han informado. Yo pido permiso mi excelencia para terminar mi alocución. El objetivo del nuevo orden económico internacional era modificar el viejo orden económico concebido en 1944 y que tendría una vigencia en 1971 con el derrumbamiento del sistema monetario internacional. Sólo buenas intenciones, ninguna voluntad para avanzar por ese buen camino. Nosotros creemos que ese era y ése sigue siendo el camino. Hoy reclamamos si aparece los pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela, un nuevo orden económico internacional. Pero también resulta imprescindible un nuevo orden político internacional. No permitamos que un puñado de países intente reinterpretar impunemente los principios del derecho internacional para dar cabida a doctrinas como la guerra preventiva. ¡Vaya que nos amenazan con la guerra preventiva! Y la llamada ahora responsabilidad ahora de proteger , pero hay que preguntarse ¿quién nos va a proteger? ¿cómo nos van a proteger?
Yo creo que uno de los pueblos que requiere protección es el pueblo de los Estados Unidos. Demostrado ahora dolorosamente con la tragedia de Katrina. No tiene Gobierno que los proteja de los desastres anunciados de la naturaleza. Si es que vamos a hablar de protegernos los unos a los otros. Estos son conceptos muy peligrosos que van delineando el imperialismo, van delineando el intervensionismo y tratan de legalizar el irrespeto a la soberanía de los pueblos, el respeto pleno a los principios del derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas, deben constituir señor presidente la piedra angular de las relaciones internacionales en el mundo de hoy y la base del nuevo orden que propugnamos.
Permítame, una vez más para ir concluyendo, citar a nuestro Libertador Simón Bolívar. Cuando habla de la integración del mundo, del parlamento mundial, de un congreso de parlamentarios. Hace falta retomar muchas propuestas como la bolivariana. Decía Bolívar en Jamaica en 1815, ya lo citaba, leo una frase de su Carta de Jamaica "qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos. Ojalá que algún día tengamos un augusto congreso de los representantes de la República de los reinos, a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo". Esta especie de corporación unitaria podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración. Urge enfrentar de manera eficaz ciertamente el terrorismo internacional, pero no usándolo como pretexto para desatar agresiones militares injustificadas y violatorias del Derecho Internacional que se han entronizado como doctrina después del 11 de septiembre. Sólo una estrecha y verdadera cooperación, y el fin de los dobles raseros que algunos países del Norte aplican al tema del terrorismo podrán acabar con éste horrible flagelo.
Señor presidente: en apenas siete años la Revolución Bolivariana, el pueblo venezolano, pueden exhibir importante conquistas sociales y económicas. 1.406.000 venezolanos aprendieron a leer y escribir en año y medio, nosotros somos 25 millones aproximadamente. En escasas semanas, el país podrá declararse territorio libre de analfabetismo, y 3 millones de venezolanos ante incluidos por causa de la pobreza fueron incorporados a la educación primaria, secundaria y universitaria. 17.000.000 de venezolanos y venezolanos, casi el 70% de la población, reciben por primera vez en la historia atención médica gratuita , incluida los medicamentos. Y en unos poco años, todos los venezolanos tendrán acceso a una atención médica por excelencia. Se suministran hoy más de 1700.000 toneladas de alimentos a precios módicos a 12.000.000 de personas, casi la mitad de los venezolanos. 1.000.000 millón de ellos lo recibe gratis de manera transitoria. Estas medidas han generado un alto nivel de seguridad alimentaria a los más necesitados. Señor presidente se han creado más de 700.000 puestos de trabajo, reduciéndose el desempleo en 9 puntos porcentuales. Todo esto en medio de agresiones internas y externas que incluyeron un golpe militar, facturado en Washington, y un golpe petrolero, facturado también en Washington. Pese a las conspiraciones, a las calumnias del poder mediático y las permanentes amenazas del Imperio y sus aliados, que hasta estimula el magnicidio. El único país donde una persona se puede dar el lujo de pedir el magnicidio de un jefe de Estado es los Estados Unidos. Como ocurrió hace poco con un reverendo llamado Pat Robertson, muy amigo de la Casa Blanca. Pidió públicamente ante el mundo mi asesinato, y anda libre. Delito Internacional, terrorismo internacional.
Pues bien, nosotros lucharemos por Venezuela, por la integración latinoamericana y por el mundo. Reafirmamos aquí en este salón nuestra infinita fe en el hombre, hoy sediento de paz y de justicia para sobrevivir como especie. Simón Bolívar, padre de nuestra patria y guía de nuestra revolución, juró no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta ver a la América libre. No demos nosotros descanso a nuestros brazos ni reposo a nuestras almas hasta salvar a la humanidad.
Señores, muchísimas gracias
Intervención del presidente Hugo Chávez ante la Asamblea General de la ONU
Excelencias, Amigas y Amigos
El propósito original de esta reunión ha sido desvirtuado totalmente. Se nos ha impuesto, como centro del debate, un mal llamado procesos de reformas que relega a un segundo plano lo más urgente, lo que los pueblos del mundo reclaman con urgencia. Como lo es la adopción de medidas para afrontar los verdaderos problemas que obstaculizan e impiden los esfuerzos de nuestros países por el desarrollo.
Cinco años después de la Cumbre del Milenio, la cruda realidad es que la gran mayoría de las metas diseñadas, pese a que eran ya de por sí modestísimas, no serán alcanzadas. Pretendimos reducir a la mitad los 842 millones de hambrientos para el año 2015. Al ritmo actual la meta se lograría en el año 2215. Ve a ver quién de nosotros estaríamos allí para celebrarlo. Si es que la especie humana logra sobrevivir a la destrucción que amenaza nuestro medio ambiente.
Habíamos proclamado la aspiración de lograr en el 2015 la enseñanza primaria universal. Al ritmo actual, la meta se alcanzará después del año 2100, preparémonos pues para celebrarlo.
Esto, amigos y amigas del mundo, nos lleva de manera irreversible a una amarga conclusión: Las Naciones Unidas han agotado su modelo y no se trata simplemente de proceder a una reforma. El siglo XXI reclama cambios profundos, que sólo son posibles con una refundación de esta organización. Esto no sirve, hay que decirlo, es la pura verdad.
Esas transformaciones a las que desde Venezuela nos referimos al mundo tienen para nosotros, desde nuestro punto de vista, dos tiempos: el inmediato, el de ahora mismo; y el de los sueños, el de la utopía. El primero está marcado por los acuerdos lastrados por el viejo esquema, no le rehuimos, y traemos incluso propuestas dentro de ese modelo en el corto plazo. Pero el sueño de la paz mundial, el sueño de un nosotros que no avergüence por el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la necesidad extrema, necesita además de raíces, alas para volar. Necesitamos alas para volar.
Sabemos que hay una globalización neoliberal aterradora, pero también existe la realidad de un mundo interconectado que tenemos que enfrentar no como un problema, sino como un reto. Podemos, sobre la base de las realidades nacionales, intercambiar conocimientos, complementarnos, integrar mercados; pero al tiempo debemos entender que hay problemas que ya no tienen solución nacional: ni una nube radioactiva, ni los precios mundiales, ni una pandemia, ni el calentamiento del planeta o el agujero de la capa de ozono son problemas nacionales.
Mientras avanzamos hacia un nuevo modelo de Naciones Unidas que haga cierto y suyo ese "nosotros" de los pueblos hay cuatro reformas urgentes e irrenunciables que traemos a esta asamblea: La primera, la expansión del Consejo de Seguridad, tanto en sus categorías permanentes como en sus no permanentes, dando entrada a nuevos países desarrollados y a países en desarrollo como nuevos miembros permanentes. La segunda, la necesaria mejora de los métodos de trabajo para aumentar la transparencia, no para disminuirla; para aumentar el respeto y no para disminuirlo; para aumentar la inclusión. La tercera, la supresión inmediata, seguimos diciéndolo desde hace seis años desde Venezuela, la supresión inmediata del veto a las decisiones al Consejo de Seguridad. Ese vestigio elitesco e incompatible con la democracia, incompatible con la sola idea de igualdad y democracia. Y en cuarto lugar, el fortalecimiento del papel del secretario general, sus funciones políticas en el marco de la diplomacia preventiva deben ser consolidadas.
La gravedad de los problemas convoca transformaciones profundas. Las meras reformas no bastan para recuperar el "nosotros". ¿Qué esperan los pueblos del mundo? Más allá de las reformas, nosotros desde Venezuela reclamamos la refundación de Naciones Unidas, y como bien sabemos en Venezuela, por las palabras de Simón Rodríguez el Robinson de Caracas, o inventamos o erramos.
En la reunión de enero pasado, de este año 2005, estuvimos en el Foro Social Mundial en Porto Alegre. Diferentes personalidades allí pidieron que la sede de Naciones Unidas saliera de los Estados Unidos si es que continúan las violaciones a la legalidad internacional por parte de ese país. Hoy sabemos que nunca existieron armas de destrucción masiva en Irak el pueblo estadounidense siempre ha sido muy riguroso con la exigencia de la verdad a sus gobernantes. Los demás pueblos también. Nunca hubo armas de destrucción masiva y sin embargo, por encima de las Naciones Unidas, Irak fue bombardeado, ocupado, y continúa ocupado. Por eso proponemos a esta asamblea que Naciones Unidas salga de un país que no es respetuoso con las propias resoluciones de esta asamblea.
Algunas propuestas han señalado a una Jerusalén convertida en ciudad internacional como una alternativa. La propuesta tiene la generosidad de proponer una respuesta al conflicto que vive Palestina, pero quizás tenga aristas que hagan difícil llevarla a cabo. Por eso traemos aquí otra propuesta, anclada en la Carta de Jamaica que escribió Simón Bolívar, el gran Libertador del Sur en Jamaica, en 1815, hace 190 años. Allí propuso Bolívar la creación de una ciudad internacional que sirviera de sede a la idea de unidad internacional que planteaba. Bolívar era un soñador que soñó lo que son hoy nuestras realidades. Creemos que ya es hora de crear hoy una ciudad internacional ajena a la soberanía de ningún Estado, con la fuerza propia de la moralidad de representar a las naciones del mundo, pero esa ciudad internacional tiene que reequilibrar cinco siglos de desequilibrio. La nueva sede de Naciones Unidas tiene que estar en el Sur. El Sur también existe, dijo Mario Bennedetti. Esa ciudad, que puede existir ya o podemos inventarla, puede estar donde se crucen varias fronteras o en un territorio que simbolice al mundo. Nuestro continente está en disposición de ofrecer ese suelo sobre el cual edificar el equilibrio del Universo del que habló Bolívar en 1825.
Señoras, señores: enfrentamos hoy una crisis energética sin precedentes en el mundo. En la que se combinan peligrosamente un imparable crecimiento del consumo energético, la incapacidad de aumentar la oferta de hidrocarburos y la perspectiva de una declinación en las reservas probadas de combustibles fósiles. Comienza a agotarse el petróleo. Para el 2020, la demanda diaria de petróleo será de 120 millones de barriles con lo cual, incluso sin tener en cuenta futuros crecimientos, se consumirían en 20 años una cifra similar a todo el petróleo que ha gastado la humanidad hasta el momento. Lo cual significará inevitablemente un aumento en las emisiones de dióxido de carbono que, como se sabe, incrementa cada día la temperatura de nuestro planeta.
Katrina ha sido un doloroso ejemplo de las consecuencias que puede traer al hombre ignorar estas realidades. El calentamiento de los océanos es, a su vez, el factor fundamental detrás del demoledor incremento de las fuerzas en los huracanes que hemos visto en los últimos años. Valga la ocasión para transmitir una vez más nuestro dolor y nuestro pesar al pueblo de los Estados Unidos que es un pueblo hermano de los pueblos de América también y de los pueblos del mundo.
Es práctica y éticamente inadmisible sacrificar a la especie humana, invocando de manera demencial la vigencia de un modelo socioeconómico con una galopante capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo, en imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es, precisamente, el principal causante. Hace poco el señor presidente de los Estados Unidos asistió a una reunión de la Organización de Estados Americanos a proponerle a la América Latina y al Caribe incrementar las políticas de mercado, la apertura de mercados, es decir, el neoliberalismo; cuando esa es precisamente la causa fundamental de las grandes tragedias y de los grandes males que viven nuestros pueblos. El capitalismo neoliberal, el Consenso de Washington. Lo que ha generado es mayor grado de miseria, de desigualdad y una tragedia infinita a los pueblos de este continente.
Ahora más que nunca necesitamos, señor presidente, un nuevo orden internacional. Recordemos que la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su sexto período extraordinario de sesiones, celebrado en 1974, en Breton Woods (algunos de quienes están aquí no habían nacido seguramente o estaban muy pequeños). En 1974, hace 31 años, adoptó la Declaración y el Programa de Acción sobre un nuevo orden económico internacional. Junto con el plan de acción, la Asamblea General adoptó el 14 de diciembre de aquel año 1974 la Carta de Derecho y Deberes Económicos de los Estados que concretó el nuevo orden económico internacional, siendo aprobado por la mayoría aplastante de 120 votos a favor, 6 en contra y 10 abstenciones. Esto era cuando se votaba en Naciones Unidas, porque ahora aquí no se vota. Ahora aquí se aprueban documentos que yo denuncio en nombre de Venezuela como nulo e ilegal. Se aprobó violando la normativa de las Naciones Unidas. No es válido este documento, habrá que discutir este documento. El gobierno de Venezuela lo va a hacer en todo el mundo, pero nosotros no podemos aceptar la dictadura abierta y descarada en las Naciones Unidas. Y para eso yo hago un llamado muy respetuoso a mis colegas, los jefes de Estados y Gobiernos. Ahora me reunía con el presidente Néstor Kirchner y bueno le mostraba el documento. Este documento fue entregado cinco minutos, sólo en inglés, a nuestros delegados, y se aprobó con un martillazo dictatorial que denuncio ante el mundo como ilegal, írrito, nulo e ilegítimo.
Óigame una cosa, señor presidente. Si nosotros vamos a aceptar esto es que estamos perdidos. Apaguemos la luz, y cerremos las puertas y cerremos las ventanas. Sería lo último, que aceptemos la dictadura aquí en este salón.
Requerimos retomar cosas que se quedaron en el camino como la propuesta aprobada en esta asamblea en 1974 de un nuevo orden económico internacional para recordar algo, digamos lo siguiente. El artículo 2 del texto de aquella carta confirma el derecho de los estados de nacionalizar las propiedades y los recursos naturales que se encontraban en manos de inversores extranjeros, proponiendo igualmente la creación de cárteles de producción de materia prima. En su resolución 3201, de mayo de 1974, expresó la determinación de trabajar con urgencia para establecer un nuevo orden económico internacional basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la igualdad entre todos los Estados, cualesquiera que sean sus sistemas económicos y sociales, que corrija las desigualdades y repare las injusticias entre los países desarrollados y los países en desarrollo, y asegure a las generaciones presentes y futuras la paz, la justicia, y un desarrollo económico y social que se acelere a ritmo sostenido.
El objetivo del nuevo orden económico internacional era modificar el viejo orden económico concebido. Creo que el presidente de los Estados Unidos habló ayer durante unos 20 minutos según me han informado. Yo pido permiso mi excelencia para terminar mi alocución. El objetivo del nuevo orden económico internacional era modificar el viejo orden económico concebido en 1944 y que tendría una vigencia en 1971 con el derrumbamiento del sistema monetario internacional. Sólo buenas intenciones, ninguna voluntad para avanzar por ese buen camino. Nosotros creemos que ese era y ése sigue siendo el camino. Hoy reclamamos si aparece los pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela, un nuevo orden económico internacional. Pero también resulta imprescindible un nuevo orden político internacional. No permitamos que un puñado de países intente reinterpretar impunemente los principios del derecho internacional para dar cabida a doctrinas como la guerra preventiva. ¡Vaya que nos amenazan con la guerra preventiva! Y la llamada ahora responsabilidad ahora de proteger , pero hay que preguntarse ¿quién nos va a proteger? ¿cómo nos van a proteger?
Yo creo que uno de los pueblos que requiere protección es el pueblo de los Estados Unidos. Demostrado ahora dolorosamente con la tragedia de Katrina. No tiene Gobierno que los proteja de los desastres anunciados de la naturaleza. Si es que vamos a hablar de protegernos los unos a los otros. Estos son conceptos muy peligrosos que van delineando el imperialismo, van delineando el intervensionismo y tratan de legalizar el irrespeto a la soberanía de los pueblos, el respeto pleno a los principios del derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas, deben constituir señor presidente la piedra angular de las relaciones internacionales en el mundo de hoy y la base del nuevo orden que propugnamos.
Permítame, una vez más para ir concluyendo, citar a nuestro Libertador Simón Bolívar. Cuando habla de la integración del mundo, del parlamento mundial, de un congreso de parlamentarios. Hace falta retomar muchas propuestas como la bolivariana. Decía Bolívar en Jamaica en 1815, ya lo citaba, leo una frase de su Carta de Jamaica "qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos. Ojalá que algún día tengamos un augusto congreso de los representantes de la República de los reinos, a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo". Esta especie de corporación unitaria podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración. Urge enfrentar de manera eficaz ciertamente el terrorismo internacional, pero no usándolo como pretexto para desatar agresiones militares injustificadas y violatorias del Derecho Internacional que se han entronizado como doctrina después del 11 de septiembre. Sólo una estrecha y verdadera cooperación, y el fin de los dobles raseros que algunos países del Norte aplican al tema del terrorismo podrán acabar con éste horrible flagelo.
Señor presidente: en apenas siete años la Revolución Bolivariana, el pueblo venezolano, pueden exhibir importante conquistas sociales y económicas. 1.406.000 venezolanos aprendieron a leer y escribir en año y medio, nosotros somos 25 millones aproximadamente. En escasas semanas, el país podrá declararse territorio libre de analfabetismo, y 3 millones de venezolanos ante incluidos por causa de la pobreza fueron incorporados a la educación primaria, secundaria y universitaria. 17.000.000 de venezolanos y venezolanos, casi el 70% de la población, reciben por primera vez en la historia atención médica gratuita , incluida los medicamentos. Y en unos poco años, todos los venezolanos tendrán acceso a una atención médica por excelencia. Se suministran hoy más de 1700.000 toneladas de alimentos a precios módicos a 12.000.000 de personas, casi la mitad de los venezolanos. 1.000.000 millón de ellos lo recibe gratis de manera transitoria. Estas medidas han generado un alto nivel de seguridad alimentaria a los más necesitados. Señor presidente se han creado más de 700.000 puestos de trabajo, reduciéndose el desempleo en 9 puntos porcentuales. Todo esto en medio de agresiones internas y externas que incluyeron un golpe militar, facturado en Washington, y un golpe petrolero, facturado también en Washington. Pese a las conspiraciones, a las calumnias del poder mediático y las permanentes amenazas del Imperio y sus aliados, que hasta estimula el magnicidio. El único país donde una persona se puede dar el lujo de pedir el magnicidio de un jefe de Estado es los Estados Unidos. Como ocurrió hace poco con un reverendo llamado Pat Robertson, muy amigo de la Casa Blanca. Pidió públicamente ante el mundo mi asesinato, y anda libre. Delito Internacional, terrorismo internacional.
Pues bien, nosotros lucharemos por Venezuela, por la integración latinoamericana y por el mundo. Reafirmamos aquí en este salón nuestra infinita fe en el hombre, hoy sediento de paz y de justicia para sobrevivir como especie. Simón Bolívar, padre de nuestra patria y guía de nuestra revolución, juró no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta ver a la América libre. No demos nosotros descanso a nuestros brazos ni reposo a nuestras almas hasta salvar a la humanidad.
Señores, muchísimas gracias
0 comentarios