Como muere un niño de tres años
Como muere un niño de tres años
En la Comuna 13 de Medellín, tras el juego inocente de los niños, se escondía
el hambre y el abandono. Meses atrás Álvaro Uribe Vélez, al ser elegido
Presidente, ordenó a sus tropas: recuperen la Comuna a sangre y fuego. Soy
médico y me enseñaron a tratar el cuerpo enfermo, pero muy poco del alma y casi
nada de dignidad. La dignidad la aprendí por mi cuenta. Con mis pacientes he
entendido el verdadero estado de un país gobernado por asesinos, escribe desde
Colombia Pablo Dalton.
23.08.2004 [Pablo Dalton*, Medellín COLOMBIA] Me lo contó Elena, su tía.
Llegó a mi consultorio preocupada por un dolor bajito. Después de una
pequeña charla sobre su dolencia me contó la verdad de su dolor: tenía partida
el alma.
Eran largas las escaleras y estrechos los callejones donde Juan vivió sus
primeros años. Allí, en medio de los muchos, los hambrientos, los
vilipendiados... construyó sus primeras ilusiones. Le gustaba jugar con
carritos y patear duro la pelota.
En la Comuna 13 de Medellín, tras el juego inocente de los niños, se escondía
el hambre y el abandono. Meses atrás Álvaro Uribe Vélez, al ser elegido
Presidente, ordenó a sus tropas: recuperen la Comuna a sangre y fuego. Desde
entonces Ejército y paramilitares, mediante la intimidación, el asesinato y la
tortura, ejercen el control militar de decenas de barrios.
Juan tenía 3 años, había transcurrido su corta vida en medio de la laceración
física y moral de la pobreza. Su madre también le faltó tempranamente, pues su
oficio de prostituta no le permitió ocuparse del pequeño. Los ojos de Juan
expresaban el dolor acumulado. Sólo le quedaba su padre.
Miguel quería mucho a su hijo. Desde que Juan tenía pocos meses le tocó asumir
de papá y mamá al mismo tiempo. Alternaba su tiempo entre el trabajo en la
construcción y el cuidado de su hijo.
Eran las 07:25 a.m. de un día de agosto del año 2004. Miguel y su hermano
Oscar salieron con Juan para dejarlo donde sus tías en el otro extremo de la
ciudad y luego dirigirse a su trabajo. En el camino, su bus fue interceptado
por los paramilitares. Se montaron al bus e hicieron bajar a todo el mundo.
Señalaron a Miguel y a Oscar y sin mediar palabra los obligaron a tenderse en el
suelo y los amarraron.
Juan lloró y comenzó a gritar: papi, papi... Un paramilitar sujetó al niño
por la espalda, levantándolo unos centímetros del suelo, mientras los demás le
decían: vas a ver cómo matamos a tu papá.
Delante del niño los paramilitares le dispararon varias veces a Miguel y a
Oscar, luego les sacaron los ojos y les propinaron múltiples puñaladas en los
cuerpos, mutilándoles los dedos y los genitales.
Helena lloró mucho mientras me lo contaba...
Soy médico y me enseñaron a tratar el cuerpo enfermo, pero muy poco del alma y
casi nada de dignidad. La dignidad la aprendí por mi cuenta. Con mis
pacientes he entendido el verdadero estado de un país gobernado por asesinos.
Estos asesinos viles, psicópatas infames... son dirigidos por Álvaro Uribe Vélez
desde la Casa de Nariño y tienen representantes en el Congreso de Colombia como
Rocío Arias, Germán Lleras y Gina Parodi.
Ahora Juan, un pequeño de 3 años, casi no duerme y come muy poco. Sólo habla
para contar cómo asesinaron los paramilitares a su papá. A Juan no sólo le
mataron a su padre, le asesinaron el alma.
Ayer soñé con Juan, con sus ojos tristes y su mirada perdida, su corazón
destrozado...
Soñé también con la justicia y con la libertad. Vi a millones de pobres
marchando por las calles. Corrían y gritaban en medio de explosiones, clamando:
justicia... libertad...¡viva el pueblo unido!.
También vi descender desde las montañas miles de guerrilleros que se unían al
clamor popular. Todos juntos combatiendo por la vida y construyendo la
esperanza.
En medio de la multitud pude distinguir a Juan, venía con ellos, me miró a los
ojos y me dijo: sólo la Revolución ha hecho justicia.
ES CRIMINAL QUIEN PROMUEVE EN UN PAÍS LA GUERRA QUE SE PUEDE EVITAR, Y
QUIEN DEJA DE PROMOVER LA GUERRA INEVITABLE José Martí.
*Medico colombiano
En la Comuna 13 de Medellín, tras el juego inocente de los niños, se escondía
el hambre y el abandono. Meses atrás Álvaro Uribe Vélez, al ser elegido
Presidente, ordenó a sus tropas: recuperen la Comuna a sangre y fuego. Soy
médico y me enseñaron a tratar el cuerpo enfermo, pero muy poco del alma y casi
nada de dignidad. La dignidad la aprendí por mi cuenta. Con mis pacientes he
entendido el verdadero estado de un país gobernado por asesinos, escribe desde
Colombia Pablo Dalton.
23.08.2004 [Pablo Dalton*, Medellín COLOMBIA] Me lo contó Elena, su tía.
Llegó a mi consultorio preocupada por un dolor bajito. Después de una
pequeña charla sobre su dolencia me contó la verdad de su dolor: tenía partida
el alma.
Eran largas las escaleras y estrechos los callejones donde Juan vivió sus
primeros años. Allí, en medio de los muchos, los hambrientos, los
vilipendiados... construyó sus primeras ilusiones. Le gustaba jugar con
carritos y patear duro la pelota.
En la Comuna 13 de Medellín, tras el juego inocente de los niños, se escondía
el hambre y el abandono. Meses atrás Álvaro Uribe Vélez, al ser elegido
Presidente, ordenó a sus tropas: recuperen la Comuna a sangre y fuego. Desde
entonces Ejército y paramilitares, mediante la intimidación, el asesinato y la
tortura, ejercen el control militar de decenas de barrios.
Juan tenía 3 años, había transcurrido su corta vida en medio de la laceración
física y moral de la pobreza. Su madre también le faltó tempranamente, pues su
oficio de prostituta no le permitió ocuparse del pequeño. Los ojos de Juan
expresaban el dolor acumulado. Sólo le quedaba su padre.
Miguel quería mucho a su hijo. Desde que Juan tenía pocos meses le tocó asumir
de papá y mamá al mismo tiempo. Alternaba su tiempo entre el trabajo en la
construcción y el cuidado de su hijo.
Eran las 07:25 a.m. de un día de agosto del año 2004. Miguel y su hermano
Oscar salieron con Juan para dejarlo donde sus tías en el otro extremo de la
ciudad y luego dirigirse a su trabajo. En el camino, su bus fue interceptado
por los paramilitares. Se montaron al bus e hicieron bajar a todo el mundo.
Señalaron a Miguel y a Oscar y sin mediar palabra los obligaron a tenderse en el
suelo y los amarraron.
Juan lloró y comenzó a gritar: papi, papi... Un paramilitar sujetó al niño
por la espalda, levantándolo unos centímetros del suelo, mientras los demás le
decían: vas a ver cómo matamos a tu papá.
Delante del niño los paramilitares le dispararon varias veces a Miguel y a
Oscar, luego les sacaron los ojos y les propinaron múltiples puñaladas en los
cuerpos, mutilándoles los dedos y los genitales.
Helena lloró mucho mientras me lo contaba...
Soy médico y me enseñaron a tratar el cuerpo enfermo, pero muy poco del alma y
casi nada de dignidad. La dignidad la aprendí por mi cuenta. Con mis
pacientes he entendido el verdadero estado de un país gobernado por asesinos.
Estos asesinos viles, psicópatas infames... son dirigidos por Álvaro Uribe Vélez
desde la Casa de Nariño y tienen representantes en el Congreso de Colombia como
Rocío Arias, Germán Lleras y Gina Parodi.
Ahora Juan, un pequeño de 3 años, casi no duerme y come muy poco. Sólo habla
para contar cómo asesinaron los paramilitares a su papá. A Juan no sólo le
mataron a su padre, le asesinaron el alma.
Ayer soñé con Juan, con sus ojos tristes y su mirada perdida, su corazón
destrozado...
Soñé también con la justicia y con la libertad. Vi a millones de pobres
marchando por las calles. Corrían y gritaban en medio de explosiones, clamando:
justicia... libertad...¡viva el pueblo unido!.
También vi descender desde las montañas miles de guerrilleros que se unían al
clamor popular. Todos juntos combatiendo por la vida y construyendo la
esperanza.
En medio de la multitud pude distinguir a Juan, venía con ellos, me miró a los
ojos y me dijo: sólo la Revolución ha hecho justicia.
ES CRIMINAL QUIEN PROMUEVE EN UN PAÍS LA GUERRA QUE SE PUEDE EVITAR, Y
QUIEN DEJA DE PROMOVER LA GUERRA INEVITABLE José Martí.
*Medico colombiano
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