La fortuna de Fidel
La fortuna de Fidel
HÉCTOR ARTURO
Granma 23 de Marzo
Algunos libelos made in USA, de esos que pululan en todos los estanquillos del mundo y lo describen a su imagen y semejanza, vuelven ahora a arremeter contra Fidel Castro y publican cifras fabulosas acerca de su "fortuna personal", porque de veras se han creído que pueden seguir engañando a todos durante todo el tiempo.
Pero no se deje usted llevar, señor, por esos cuentos de camino, pues con la experiencia de este pueblo adquirida en estos últimos 46 años, le digo que todos los vientos que soplan del Norte huelen a podrido.
Sin embargo, me atrevo a asegurarle que verdaderamente Fidel es el hombre de mayor fortuna en el mundo, aunque esta no pueda jamás cuantificarse en dólares, ni en PIB, ni en otros indicadores financieros o bursátiles.
La fortuna inconmensurable de Fidel radica en saberse apoyado desde siempre por la inmensa mayoría de un pueblo que se enorgullece en tener como Jefe de Estado y de Gobierno a un hombre que desde sus años juveniles ha luchado sin descanso ni tregua por la verdadera justicia social que merecen los cientos de miles de millones de personas más humildes de este mundo convulso.
Su fortuna, señor, es la de dormir muy poco y soñar mucho, y emplear todas sus inagotables energías, amoldadas a fuerza de coraje y voluntad, para convertir en realidades todos esos sueños, unos tras otros.
Fidel es, sí, el hombre más rico del planeta, porque ha sabido lograr en un país pequeño que el empleo, la salud, la educación, la cultura, el deporte y la seguridad social sean privilegio de todos los cubanos y no de unos pocos, ni quimeras inalcanzables como ocurre hoy mismo en la mayor parte de los países, sin que ninguno haya sufrido las constantes amenazas y agresiones terroristas ni el más prolongado bloqueo genocida que ha conocido la historia.
Él, es cierto, guarda verdaderos y colosales tesoros en sus arcas: tomó el cielo por asalto en una madrugada de julio, con escopetas de cazar pájaros, para después del revés reiniciar aquella contienda martiana truncada en 1898 por los yankis y lograr que en Enero de 1959 los mambises sí entraran libertadores en Santiago.
Poco después dirigió en persona, desde la primera línea de combate, como siempre ha hecho, hace y hará, la primera gran derrota del imperialismo yanki en Nuestra América, cuando su pueblo armado por él destrozó a los mercenarios en Playa Larga y Girón.
No tembló y nos enseñó a no temblar ante el holocausto nuclear que pendía sobre nuestras cabezas en la Crisis de Octubre de 1962, y al año siguiente, arriesgando una vez más su vida por la de sus compatriotas, se enfrentó a los fuertes vientos y lluvias del huracán Flora, porque jamás ha dejado a nadie abandonado a su suerte, ni al compañero del Granma que cayó al mar, ni a los que han perdido sus viviendas en desastres naturales, ni a la deportista que sufrió un accidente hogareño, ni al pequeño Elián secuestrado por la mafia miamense, ni a los Cinco Héroes prisioneros en mazmorras yankis por combatir al terrorismo en las mismas fauces de los verdaderos terroristas.
Fidel también posee la inmensa fortuna de haber logrado la unidad monolítica de su pueblo bajo las banderas del Socialismo, proclamado por él ante un mar de fusiles en manos de trabajadores, campesinos, estudiantes, hombres, mujeres y casi niños, uno de los cuales, antes de fallecer acribillado por la metralla yanki, escribió con su sangre el nombre de Fidel.
Ojalá, señor, que todos los pueblos del mundo tuvieran, al menos por un día de sus amargas vidas, a un Presidente como Fidel, que no promete, sino cumple; que no ofrece, sino da; que no tortura ni asesina ni desaparece a las personas, sino las salva, las alivia, las cura, las protege y las defiende a sangre y fuego.
La verdadera fortuna del Comandante radica en conocer todos y cada uno de los problemas de los suyos, enfrentarlos y buscarles solución, con todos y para todos, sin excepción alguna, y con lo cual se benefician no solo quienes lo apoyan y siguen incondicionalmente, sino también aquellos que tienen recursos mayores obtenidos por distintas fuentes, entre ellos los que reciben sus migajas mercenarias por vender sus almas al diablo del Norte revuelto y brutal que nos desprecia.
Pero hay otra fortuna de Fidel, y es la de haber logrado que su pueblo interiorice la máxima del Apóstol de que Patria es Humanidad, y sea capaz de compartir solidariamente lo que posee con otros seres humanos que en el mundo tienen menos o no tienen nada.
Fidel es rico, sí, por sentirse feliz de haber servido y servir cada minuto de su vida a los humildes del mundo, a quienes ha entregado toda su existencia.
Crea usted lo que quiera, señor, pero miles de millones de personas de todas las latitudes geográficas no harán caso alguno a esos libelos putrefactos, pues saben bien que Fidel ha vivido por su pueblo y por todos los pueblos del mundo, dispuesto desde el primer día a morir por ellos y con ellos, en la primera fila del combate, y no allá lejos, perdido en un bunker a lo Hitler o a lo Mr. W, porque desde hace muchos años, con la gran riqueza de su ejemplo, echó su suerte con los pobres de la Tierra y ha demostrado que es, entre otras cosas, el Comandante en Jefe de todos los humildes, y eso sí que es una inmensa fortuna personal.
HÉCTOR ARTURO
Granma 23 de Marzo
Algunos libelos made in USA, de esos que pululan en todos los estanquillos del mundo y lo describen a su imagen y semejanza, vuelven ahora a arremeter contra Fidel Castro y publican cifras fabulosas acerca de su "fortuna personal", porque de veras se han creído que pueden seguir engañando a todos durante todo el tiempo.
Pero no se deje usted llevar, señor, por esos cuentos de camino, pues con la experiencia de este pueblo adquirida en estos últimos 46 años, le digo que todos los vientos que soplan del Norte huelen a podrido.
Sin embargo, me atrevo a asegurarle que verdaderamente Fidel es el hombre de mayor fortuna en el mundo, aunque esta no pueda jamás cuantificarse en dólares, ni en PIB, ni en otros indicadores financieros o bursátiles.
La fortuna inconmensurable de Fidel radica en saberse apoyado desde siempre por la inmensa mayoría de un pueblo que se enorgullece en tener como Jefe de Estado y de Gobierno a un hombre que desde sus años juveniles ha luchado sin descanso ni tregua por la verdadera justicia social que merecen los cientos de miles de millones de personas más humildes de este mundo convulso.
Su fortuna, señor, es la de dormir muy poco y soñar mucho, y emplear todas sus inagotables energías, amoldadas a fuerza de coraje y voluntad, para convertir en realidades todos esos sueños, unos tras otros.
Fidel es, sí, el hombre más rico del planeta, porque ha sabido lograr en un país pequeño que el empleo, la salud, la educación, la cultura, el deporte y la seguridad social sean privilegio de todos los cubanos y no de unos pocos, ni quimeras inalcanzables como ocurre hoy mismo en la mayor parte de los países, sin que ninguno haya sufrido las constantes amenazas y agresiones terroristas ni el más prolongado bloqueo genocida que ha conocido la historia.
Él, es cierto, guarda verdaderos y colosales tesoros en sus arcas: tomó el cielo por asalto en una madrugada de julio, con escopetas de cazar pájaros, para después del revés reiniciar aquella contienda martiana truncada en 1898 por los yankis y lograr que en Enero de 1959 los mambises sí entraran libertadores en Santiago.
Poco después dirigió en persona, desde la primera línea de combate, como siempre ha hecho, hace y hará, la primera gran derrota del imperialismo yanki en Nuestra América, cuando su pueblo armado por él destrozó a los mercenarios en Playa Larga y Girón.
No tembló y nos enseñó a no temblar ante el holocausto nuclear que pendía sobre nuestras cabezas en la Crisis de Octubre de 1962, y al año siguiente, arriesgando una vez más su vida por la de sus compatriotas, se enfrentó a los fuertes vientos y lluvias del huracán Flora, porque jamás ha dejado a nadie abandonado a su suerte, ni al compañero del Granma que cayó al mar, ni a los que han perdido sus viviendas en desastres naturales, ni a la deportista que sufrió un accidente hogareño, ni al pequeño Elián secuestrado por la mafia miamense, ni a los Cinco Héroes prisioneros en mazmorras yankis por combatir al terrorismo en las mismas fauces de los verdaderos terroristas.
Fidel también posee la inmensa fortuna de haber logrado la unidad monolítica de su pueblo bajo las banderas del Socialismo, proclamado por él ante un mar de fusiles en manos de trabajadores, campesinos, estudiantes, hombres, mujeres y casi niños, uno de los cuales, antes de fallecer acribillado por la metralla yanki, escribió con su sangre el nombre de Fidel.
Ojalá, señor, que todos los pueblos del mundo tuvieran, al menos por un día de sus amargas vidas, a un Presidente como Fidel, que no promete, sino cumple; que no ofrece, sino da; que no tortura ni asesina ni desaparece a las personas, sino las salva, las alivia, las cura, las protege y las defiende a sangre y fuego.
La verdadera fortuna del Comandante radica en conocer todos y cada uno de los problemas de los suyos, enfrentarlos y buscarles solución, con todos y para todos, sin excepción alguna, y con lo cual se benefician no solo quienes lo apoyan y siguen incondicionalmente, sino también aquellos que tienen recursos mayores obtenidos por distintas fuentes, entre ellos los que reciben sus migajas mercenarias por vender sus almas al diablo del Norte revuelto y brutal que nos desprecia.
Pero hay otra fortuna de Fidel, y es la de haber logrado que su pueblo interiorice la máxima del Apóstol de que Patria es Humanidad, y sea capaz de compartir solidariamente lo que posee con otros seres humanos que en el mundo tienen menos o no tienen nada.
Fidel es rico, sí, por sentirse feliz de haber servido y servir cada minuto de su vida a los humildes del mundo, a quienes ha entregado toda su existencia.
Crea usted lo que quiera, señor, pero miles de millones de personas de todas las latitudes geográficas no harán caso alguno a esos libelos putrefactos, pues saben bien que Fidel ha vivido por su pueblo y por todos los pueblos del mundo, dispuesto desde el primer día a morir por ellos y con ellos, en la primera fila del combate, y no allá lejos, perdido en un bunker a lo Hitler o a lo Mr. W, porque desde hace muchos años, con la gran riqueza de su ejemplo, echó su suerte con los pobres de la Tierra y ha demostrado que es, entre otras cosas, el Comandante en Jefe de todos los humildes, y eso sí que es una inmensa fortuna personal.
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