Colombia, en manos de los militares de EU
Colombia, en manos de los militares de EU
La agenda entre Estados Unidos y Colombia ya no la diseñan los políticos, sino
los militares. Así lo revela un estudio realizado por tres de las instituciones
más serias de Washington, que monitorean las relaciones que mantiene EU con los
militares de América Latina y el Caribe.
10.10.2004 [Redacción Internacional, Palenque Colombia]
Según el informe, los temas que afectan a América Latina, especialmente a
Colombia país en donde la participación militar de EU es más alta, dejaron de
ser un asunto del Departamento de Estado y pasaron a ser tema del Pentágono y el
Comando Sur, que son los que definen el rol de Washington en la región.
Señala el estudio que, como América Latina ha pasado a tener poca prioridad para
los funcionarios del Poder Ejecutivo dedicados a la política exterior, los
militares estadounidenses que tienen los recursos, el personal y la influencia
política para ocuparse hasta de zonas relativamente relegadas se están
convirtiendo en los principales intérpretes de los asuntos de la región. Este
hecho induce a los políticos de otros niveles de gobierno a ver a América Latina
desde una perspectiva desproporcionadamente militar, basada en las amenazas a la
seguridad.
Esto, según analistas en Washington y Miami, podría despejar las dudas que todos
tenían sobre el porqué Latinoamérica no estuvo presente en el debate entre
George W. Bush y John Kerry, la semana anterior. Colombia y América Latina, en
general, dejaron de ser un asunto político para convertirse en un tema netamente
militar. Dudo que sea tocado en algún debate presidencial, dice Malcom Seronal,
de la U. de Miami.
El informe realizado por el Fondo para la Educación del Grupo de Trabajo sobre
América Latina (LAWG), el Centro para la Política Internacional (CIP) y la
Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), apunta que es el
Comando Sur el que establece las prioridades entre EU y América Latina, y que
debido a ello la participación militar en la región es cada vez más alta. Los
militares estadounidenses entrenaron a 22.855 latinoamericanos en el último año,
la mayoría de Colombia, seguidos por Bolivia, Panamá, Perú y Ecuador. Esto
representa un aumento de participación militar del 52%.
La periodista del Washington Post Dana Priest, aseguraba en un libro que el
Comando Sur tiene más gente trabajando sobre asuntos latinoamericanos 1.100
que la mayoría de los principales organismos federales juntos. Por eso los
funcionarios del Comando Sur visitan con más frecuencia la región de lo que lo
hacen los miembros de otros departamentos. El director del Comando Sur, el
general James T. Hill, quien estuvo de visita esta semana en Bogotá y Quito,
realizó, entre agosto de 2002 y julio de 2004, 78 viajes a América Latina.
Esto, sumado a otros programas de asistencia militar que tiene EU en la región y
en Colombia específicamente está siendo pagado en gran medida por el
Departamento de Defensa. Los dos tercios de ese entrenamiento militar son
pagados directamente a través del Departamento de Defensa, y no por el
presupuesto de asistencia exterior que administra el Departamento de Estado,
mediante partidas antinarcóticos y programas de intervención de las Fuerzas
Especiales, que operan con pocos límites y con pocas oportunidades para el
escrutinio público, señala el informe.
Esto es muy diciente, ya que tradicionalmente el entrenamiento militar exterior
ha sido financiado y administrado por el Departamento de Estado, debido a las
serias implicaciones que tal asistencia tiene en materia de política exterior,
dice el estudio. Con un agravante adicional, pues ese tipo de asistencia era
condicionada al cumplimiento de ciertos requisitos de derechos humanos, además
de informes al Congreso. El entrenamiento financiado directamente a través del
Departamento de Defensa no está sometido a prácticamente ninguna de estas
restricciones.
Nuevas propuestas
Sobre Colombia, señala el estudio que, como las Fuerzas Armadas colombianas
tienen poca experiencia en operativos a gran escala y a largo plazo, los
militares y los contratistas privados de EU están jugando un papel esencial en
el Plan Patriota, dando información de inteligencia a las tropas en el campo,
ayudando a mantener el equipamiento, y ofreciendo apoyo de planificación y
logístico, por ejemplo, ayudando a las tropas colombianas de avance a mantener
sus líneas de combustible y suministros.
Desde enero de 2004, entre 15.000 y 20.000 militares colombianos, muchos de
ellos dispuestos en unidades móviles que acaban de crearse con el asesoramiento
y entrenamiento de EU, han estado operando en el sur de Colombia, Caquetá, Meta
y Guaviare, bastión por mucho tiempo de las Farc, dice el estudio.
Lo más grave, según los realizadores del informe Adam Isacson, Joy Olson y Lisa
Haugaard es que el rol destacado del Comando Sur en la región tiene importantes
consecuencias políticas, pues los problemas sociales se están definiendo como
amenazas militares emergentes y se está corriendo el riesgo de justificar una
respuesta militar. Aseguran que consideramos particularmente inquietante
identificar el populismo radical como una amenaza a la seguridad.
Tal como lo conciben actualmente los políticos, el término parece estar
destinado a dirigentes políticos y movimientos sociales que promueven políticas
sociales y económicas que podrían no estar de acuerdo con las directrices de
algunos políticos estadounidenses, pero que están lejos de ser amenazas que
justifiquen una respuesta militar.
Por eso, desde hace algún tiempo el gobierno estadounidense está tratando de
diseñar planes militares en la región, que no han contado con el visto bueno de
varios países latinoamericanos. El pasado mes de septiembre, varios ministros de
Defensa de siete naciones suramericanas rechazaron la visión de EU de que a las
fuerzas armadas de la región les cabía una importante función en la lucha contra
el terrorismo. Esta negativa no fue suficiente, pues, dice el informe, que EU
está promoviendo una fuerza naval latinoamericana.
Los funcionarios de defensa de la administración Bush han estado elaborando una
propuesta para la creación de una fuerza marítima operativa multinacional de las
Américas, denominada Amistad Duradera consistente en una flotilla de naves
dirigida por EU.
Esta idea, a la que se llama Fuerza Naval Latinoamericana fue vista como una
forma de llenar el vacío de seguridad e interdicción de drogas que se generó
cuando las naves estadounidenses que estaban apostadas en la región fueron
retiradas de allí para asignarlas a la defensa de las costas de EU después del
11 de septiembre.
La agenda entre Estados Unidos y Colombia ya no la diseñan los políticos, sino
los militares. Así lo revela un estudio realizado por tres de las instituciones
más serias de Washington, que monitorean las relaciones que mantiene EU con los
militares de América Latina y el Caribe.
10.10.2004 [Redacción Internacional, Palenque Colombia]
Según el informe, los temas que afectan a América Latina, especialmente a
Colombia país en donde la participación militar de EU es más alta, dejaron de
ser un asunto del Departamento de Estado y pasaron a ser tema del Pentágono y el
Comando Sur, que son los que definen el rol de Washington en la región.
Señala el estudio que, como América Latina ha pasado a tener poca prioridad para
los funcionarios del Poder Ejecutivo dedicados a la política exterior, los
militares estadounidenses que tienen los recursos, el personal y la influencia
política para ocuparse hasta de zonas relativamente relegadas se están
convirtiendo en los principales intérpretes de los asuntos de la región. Este
hecho induce a los políticos de otros niveles de gobierno a ver a América Latina
desde una perspectiva desproporcionadamente militar, basada en las amenazas a la
seguridad.
Esto, según analistas en Washington y Miami, podría despejar las dudas que todos
tenían sobre el porqué Latinoamérica no estuvo presente en el debate entre
George W. Bush y John Kerry, la semana anterior. Colombia y América Latina, en
general, dejaron de ser un asunto político para convertirse en un tema netamente
militar. Dudo que sea tocado en algún debate presidencial, dice Malcom Seronal,
de la U. de Miami.
El informe realizado por el Fondo para la Educación del Grupo de Trabajo sobre
América Latina (LAWG), el Centro para la Política Internacional (CIP) y la
Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), apunta que es el
Comando Sur el que establece las prioridades entre EU y América Latina, y que
debido a ello la participación militar en la región es cada vez más alta. Los
militares estadounidenses entrenaron a 22.855 latinoamericanos en el último año,
la mayoría de Colombia, seguidos por Bolivia, Panamá, Perú y Ecuador. Esto
representa un aumento de participación militar del 52%.
La periodista del Washington Post Dana Priest, aseguraba en un libro que el
Comando Sur tiene más gente trabajando sobre asuntos latinoamericanos 1.100
que la mayoría de los principales organismos federales juntos. Por eso los
funcionarios del Comando Sur visitan con más frecuencia la región de lo que lo
hacen los miembros de otros departamentos. El director del Comando Sur, el
general James T. Hill, quien estuvo de visita esta semana en Bogotá y Quito,
realizó, entre agosto de 2002 y julio de 2004, 78 viajes a América Latina.
Esto, sumado a otros programas de asistencia militar que tiene EU en la región y
en Colombia específicamente está siendo pagado en gran medida por el
Departamento de Defensa. Los dos tercios de ese entrenamiento militar son
pagados directamente a través del Departamento de Defensa, y no por el
presupuesto de asistencia exterior que administra el Departamento de Estado,
mediante partidas antinarcóticos y programas de intervención de las Fuerzas
Especiales, que operan con pocos límites y con pocas oportunidades para el
escrutinio público, señala el informe.
Esto es muy diciente, ya que tradicionalmente el entrenamiento militar exterior
ha sido financiado y administrado por el Departamento de Estado, debido a las
serias implicaciones que tal asistencia tiene en materia de política exterior,
dice el estudio. Con un agravante adicional, pues ese tipo de asistencia era
condicionada al cumplimiento de ciertos requisitos de derechos humanos, además
de informes al Congreso. El entrenamiento financiado directamente a través del
Departamento de Defensa no está sometido a prácticamente ninguna de estas
restricciones.
Nuevas propuestas
Sobre Colombia, señala el estudio que, como las Fuerzas Armadas colombianas
tienen poca experiencia en operativos a gran escala y a largo plazo, los
militares y los contratistas privados de EU están jugando un papel esencial en
el Plan Patriota, dando información de inteligencia a las tropas en el campo,
ayudando a mantener el equipamiento, y ofreciendo apoyo de planificación y
logístico, por ejemplo, ayudando a las tropas colombianas de avance a mantener
sus líneas de combustible y suministros.
Desde enero de 2004, entre 15.000 y 20.000 militares colombianos, muchos de
ellos dispuestos en unidades móviles que acaban de crearse con el asesoramiento
y entrenamiento de EU, han estado operando en el sur de Colombia, Caquetá, Meta
y Guaviare, bastión por mucho tiempo de las Farc, dice el estudio.
Lo más grave, según los realizadores del informe Adam Isacson, Joy Olson y Lisa
Haugaard es que el rol destacado del Comando Sur en la región tiene importantes
consecuencias políticas, pues los problemas sociales se están definiendo como
amenazas militares emergentes y se está corriendo el riesgo de justificar una
respuesta militar. Aseguran que consideramos particularmente inquietante
identificar el populismo radical como una amenaza a la seguridad.
Tal como lo conciben actualmente los políticos, el término parece estar
destinado a dirigentes políticos y movimientos sociales que promueven políticas
sociales y económicas que podrían no estar de acuerdo con las directrices de
algunos políticos estadounidenses, pero que están lejos de ser amenazas que
justifiquen una respuesta militar.
Por eso, desde hace algún tiempo el gobierno estadounidense está tratando de
diseñar planes militares en la región, que no han contado con el visto bueno de
varios países latinoamericanos. El pasado mes de septiembre, varios ministros de
Defensa de siete naciones suramericanas rechazaron la visión de EU de que a las
fuerzas armadas de la región les cabía una importante función en la lucha contra
el terrorismo. Esta negativa no fue suficiente, pues, dice el informe, que EU
está promoviendo una fuerza naval latinoamericana.
Los funcionarios de defensa de la administración Bush han estado elaborando una
propuesta para la creación de una fuerza marítima operativa multinacional de las
Américas, denominada Amistad Duradera consistente en una flotilla de naves
dirigida por EU.
Esta idea, a la que se llama Fuerza Naval Latinoamericana fue vista como una
forma de llenar el vacío de seguridad e interdicción de drogas que se generó
cuando las naves estadounidenses que estaban apostadas en la región fueron
retiradas de allí para asignarlas a la defensa de las costas de EU después del
11 de septiembre.
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