Las FARC resisten bien a una ambiciosa ofensiva que pretende destruirlas
Las FARC resisten bien a una ambiciosa ofensiva que pretende destruirlas
El estado mayor del Ejército de Colombia, trabajando en cooperación con el
Pentágono partió del presupuesto de que, cerrando gradualmente el anillo del
cerco, obligaría a las fuerzas de las FARC a concentrarse en un espacio cada
vez mas reducido. El Ejército estaría entonces en condiciones favorables para
proceder a su aniquilación. El ambicioso Plan Patriota no está sin embargo a
producir los resultados previstos. Camina hacia el fracaso. El Ejército,
desorientado, acumula frustraciones. La complicidad de Uribe con la escoria
humana…, escribe el analista Miguel Urbano Rodrigues
15.12.2004 [Miguel Urbano Rodrigues/www.anncol.org] No lejos de la frontera
venezolana, las Fuerzas Armadas de Colombia están involucradas en una ambiciosa
ofensiva. El presidente Álvaro Uribe, principal aliado de los EE.UU. en América
Latina no oculta que el objetivo estratégico es la aniquilación de las FARC-EP.
George Bush en su reciente encuentro en Cartagena de Indias con el colega
colombiano renovó los compromisos de ayuda económica y prometió reforzar el
apoyo militar.
Lo que está ocurriendo en el gran país andino (1 138 000 km2 y 44 millones de
habitantes) es acompañado con mucha atención en el Continente Americano, pero
casi ignorado en Europa.
El Ejercito colombiano es actualmente el más poderoso de América Latina (280 000
a 300 000 hombres) y el mejor equipado, disponiendo de armas sofisticadas que
los EE.UU. solamente proporcionan a Israel.
El Plan Patriota, en ejecución en el ámbito del Plan Colombia, parte del
principio de que actuando las FARC en todo el territorio nacional (18 000
guerrilleros luchan en 60 frentes) interesa al gobierno tomar la ofensiva en
las regiones donde ellas se encuentran mas implantadas entre el pueblo.
El esfuerzo militar se concentra así en los Departamentos del Guaviare, del
Meta, del Caquetá y del Putumayo, en la zona amazónica del sureste del país.
Mas de 20 000 hombres de tropas de elite fueron movilizadas para una gigantesca
operación de cerco, apoyada por 86 helicópteros. Campamentos móviles surgieron
en la selva y 15 helipuertos construidos para el efecto proporcionan un máximo
de eficacia a esa fuerza de choque.
El estado mayor del Ejército de Colombia, trabajando en cooperación con el
Pentágono partió del presupuesto de que, cerrando gradualmente el anillo del
cerco, obligaría a las fuerzas de las FARC a concentrarse en un espacio cada
vez mas reducido. El Ejército estaría entonces en condiciones favorables para
proceder a su aniquilación.
De acuerdo con el organigrama, en Bogotá y Washington se admitía que en la fase
final serian libertados muchos de los prisioneros en poder de la organización
revolucionaria, incluyendo los tres agentes de la CIA capturados al ser
derrumbado el avión espía en que viajaban. No se descartaba la posibilidad de
capturar o matar a algún miembro del Secretariado o del Estado Mayor de las
FARC.
El ambicioso plan no está sin embargo a producir los resultados previstos.
Camina hacia el fracaso.
Las FARC, una vez más, demostraron la capacidad estratégica que hizo de ellas
una organización revolucionaria que, por la imaginación y la tenacidad trae a la
memoria las hazañas de los combatientes de Vietnam.
Antes del inicio de la ofensiva la desconcentración ya era una realidad. En
túneles abiertos en lugares de difícil acceso habían sido instalados grandes
almacenes para acumulación de armas, ropas, medicinas, combustible y alimentos.
Cuadros seleccionados para el efecto fueron entrenados durante ocho meses en el
manejo de explosivos, preparándose para misiones especiales.
Las formaciones tradicionales de la guerrilla fueron desechas. Como era
necesario evitar que los aviones espías identificasen grupos numerosos de
combatientes, las FARC optaron en los Frentes de aquella zona por la
desconcentración. Desaparecieron súbitamente en los departamentos del sureste.
Un comandante amigo con el cual mantuve, hace pocos días, en algún lugar, una
prolongada conversación, me informó que la dilución de las FARC en la selva
amazónica coincidió con el aparecimiento de un gran número de «unidades tácticas
de combate». Cada una tiene cinco elementos y actúa con autonomía. Mezclados
con los campesinos, esos hombres (y mujeres) no pueden ser identificados por los
aviones que espían de los cielos, sobre el tapiz verde de la selva amazónica.
Cuando es necesario atingir un objetivo en la gran floresta, dos o tres
«unidades» atacan simultáneamente al enemigo en un golpe fulminante,
separándose después.
El Ejército, desorientado, acumula frustraciones. El anillo del cerco tiene
ahora 40 Km. de diámetro en una área del Meta y Caquetá en donde se localizaba
la antigua zona desmilitarizada.
Conozco la región lo que me permite imaginar el escenario donde los elementos
de las «unidades tácticas», desplazando-se como hormigas en el bosque
constituyen una fuerza de batalla prácticamente invisible.
Simultáneamente, las FARC, para reducir la presión a que están sometidas,
intensificaron sus ataques de flagelación en Departamentos muy poblados, como
Antioquia y en el Medio Magdalena, incluso en el Chocó, en el Pacifico, causando
enormes perdidas al Ejército colombiano.
«Si en este momento dispusiéramos de misiles, la situación en el terreno seria
muy diferente – informó el comandante amigo- Pero son demasiado caros para
nosotros. En la frontera de Afganistán un misil Stinger es negociado por 15 000
dólares y un fusil común por 400. En nuestras fronteras los traficantes de
armas piden 180 000 dólares por un misil de modelo anticuado y 4500 a 5000 por
un fusil. No olvides esa evidencia. Si las FARC fueran la narcoguerrilla como
proclaman el imperialismo yanqui y sus aliados europeos, impresionando a
millones de personas, no nos faltarían armas adecuadas para enfrentar los
helicópteros. Ahora bien, su ausencia es la mejor prueba de que no tenemos los
millones que nos atribuyen y somos calumniados.»
La complicidad de Uribe con los Paramilitares
Mientras el Ejército persigue fantasmas en la amazonía colombiana y en las
sabanas ganaderas del Caquetá, Uribe, el aliado neonazi de George Bush, monta en
Bogotá la gran farsa de la reintegración en la sociedad de los paramilitares.
En primer lugar solamente un porcentaje pequeño de los paramilitares entregó
sus armas, renunciando oficialmente a sus actividades de delincuentes. Muchos
siguen en actividad en varios Departamentos, asesinando campesinos, robando,
íntimamente relacionados con los carteles de la droga. Fue de humor negro el
discurso de Salvatore Mancuso, el sucesor de Carlos Castaño en la dirección de
las llamadas Auto Defensas Unidas de Colombia –AUC:
«Con el alma plena de humildad- así habló el mafioso promovido a héroe al
entregar su fusil- pido perdón al pueblo de Colombia y a las naciones del mundo,
entre ellas los Estados Unidos, si, por acción o omisión, los ofendí ».
El mismo gobierno que se niega a negociar con las FARC el canje de prisioneros
y pone a premio la cabeza de los principales comandantes de la organización
trató de buscar lo que llama «una salida digna» para los paramilitares,
ocultando sus crímenes en una neblina impenetrable. Aún mas, garantizó su
impunidad total a través de una «suspensión condicional de penas», conocida
como «Alternatividad Penal», oficialmente designada por «Ley de justicia y
reparación». Una comedia siniestra.
Ese mismo gobierno, que dialoga amistosamente con el jefe de una organización
responsable de la matanza de decenas de miles de campesinos se prepara para
entregar a los EE.UU., en el ámbito de un acuerdo de extradición, a Simón
Trinidad, el comandante de las FARC detenido en Quito, Ecuador, durante una
operación montada por la CIA con la complicidad de los servicios secretos
ecuatorianos y colombianos.
Es oportuno transcribir aquí palabras de un comunicado en que el Estado Mayor
del Bloque Caribe, de las FARC-EP define bien la escoria humana que integra los
bandos de Castaño y Mancuso:
«El paramilitarismo es una estrategia de contra-insurrección del Estado cuyo
blanco principal es la población civil. Es una estrategia desalmada, erigida
sobre un presupuesto absurdo y cruel: sus promotores creen que promoviendo la
delocalización de los campesinos a través de matanzas, incendios y terror
lograran el objetivo de derrotar la guerrilla, porque según su perversa lógica
estarían así impidiendo su abastecimiento logístico y la incorporación de
jóvenes en sus filas».
La conexión entre paramilitares y Ejército ya no puede ser ocultada desde que
algunos generales, como Jaime Alberto Uscategui, responsable de la matanza del
Meta, han reconocido no solamente sus crímenes como la evidencia: el
paramilitarismo es el brazo de las Fuerzas Armadas para la ejecución de las
tareas más sucias.
El general Farouk Yañez, autor de la matanza de 600 campesinos en el Magdalena
Medio, sugirió que el paramilitarismo debería estructurarse como «fuerza
irregular para realizar aquello que el Ejército no podría hacer abiertamente.»
Entre más de veinte generales que mantuvieron contactos con bandos de
paramilitares es público el involucramniento de Ramírez Quintero, Rito Alejo del
Río, Carreño Sandoval, Herrera Verbel, René Pedraza y Carlos Ospina, quien es
el comandante en Jefe de las Fuerzas Militares, nombrado por Uribe.
Las FARC-EP: 40 años de lucha por la paz
Difícilmente hubo en el siglo XX una institución revolucionaria tan calumniada
como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo.
Creadas en 1964 por un grupo de guerrilleros comunistas en las montañas de su
país, ellas crecieron en luchas épicas, sobreviviendo a cercos y ofensivas casi
permanentes.
El núcleo inicial de 46 hombres y dos mujeres se transformo en estas cuatro
décadas en un guerrilla –partido que se asume como marxista-leninista. Sus
columnas, compañías, escuadras y unidades tácticas luchan hoy en 60 Frentes,
agrupadas en diferentes Bloques, integrando un Ejercito popular de 18 000
combatientes.
Construí relaciones de amistad fraternal con algunos camaradas de esa guerrilla
heroica. Confraternicé durante tres semanas en campamentos de la selva amazónica
con esa gente. Son de respeto y admiración los sentimientos que las FARC me
inspiran.
Creó que el comandante Raúl Reyes expresa bien en palabras muy sencillas el
pensamiento de sus compañeros al escribir:
«Las FARC-EP ratifican ante los pueblos del mundo su invariable compromiso de
lucha política revolucionaria en defensa de los intereses de la clase
trabajadora, de los desposeídos, los marginados, los excluidos de nuestra
patria; por el respeto de nuestra soberanía en lucha por la segunda
independencia , bajo el liderazgo de una nueva dirección estatal y gobernativa,
libre de los vicios de la politiquería, de la corrupción, del engaño y la
mentira, donde prevalezcan la honradez y la decencia en el manejo del dinero
del pueblo y la dignidad frente al imperio».(1)
(1) In «Resistencia», revista de la Comisión Internacional de las
FARC-EP, Mayo de 2004
El estado mayor del Ejército de Colombia, trabajando en cooperación con el
Pentágono partió del presupuesto de que, cerrando gradualmente el anillo del
cerco, obligaría a las fuerzas de las FARC a concentrarse en un espacio cada
vez mas reducido. El Ejército estaría entonces en condiciones favorables para
proceder a su aniquilación. El ambicioso Plan Patriota no está sin embargo a
producir los resultados previstos. Camina hacia el fracaso. El Ejército,
desorientado, acumula frustraciones. La complicidad de Uribe con la escoria
humana…, escribe el analista Miguel Urbano Rodrigues
15.12.2004 [Miguel Urbano Rodrigues/www.anncol.org] No lejos de la frontera
venezolana, las Fuerzas Armadas de Colombia están involucradas en una ambiciosa
ofensiva. El presidente Álvaro Uribe, principal aliado de los EE.UU. en América
Latina no oculta que el objetivo estratégico es la aniquilación de las FARC-EP.
George Bush en su reciente encuentro en Cartagena de Indias con el colega
colombiano renovó los compromisos de ayuda económica y prometió reforzar el
apoyo militar.
Lo que está ocurriendo en el gran país andino (1 138 000 km2 y 44 millones de
habitantes) es acompañado con mucha atención en el Continente Americano, pero
casi ignorado en Europa.
El Ejercito colombiano es actualmente el más poderoso de América Latina (280 000
a 300 000 hombres) y el mejor equipado, disponiendo de armas sofisticadas que
los EE.UU. solamente proporcionan a Israel.
El Plan Patriota, en ejecución en el ámbito del Plan Colombia, parte del
principio de que actuando las FARC en todo el territorio nacional (18 000
guerrilleros luchan en 60 frentes) interesa al gobierno tomar la ofensiva en
las regiones donde ellas se encuentran mas implantadas entre el pueblo.
El esfuerzo militar se concentra así en los Departamentos del Guaviare, del
Meta, del Caquetá y del Putumayo, en la zona amazónica del sureste del país.
Mas de 20 000 hombres de tropas de elite fueron movilizadas para una gigantesca
operación de cerco, apoyada por 86 helicópteros. Campamentos móviles surgieron
en la selva y 15 helipuertos construidos para el efecto proporcionan un máximo
de eficacia a esa fuerza de choque.
El estado mayor del Ejército de Colombia, trabajando en cooperación con el
Pentágono partió del presupuesto de que, cerrando gradualmente el anillo del
cerco, obligaría a las fuerzas de las FARC a concentrarse en un espacio cada
vez mas reducido. El Ejército estaría entonces en condiciones favorables para
proceder a su aniquilación.
De acuerdo con el organigrama, en Bogotá y Washington se admitía que en la fase
final serian libertados muchos de los prisioneros en poder de la organización
revolucionaria, incluyendo los tres agentes de la CIA capturados al ser
derrumbado el avión espía en que viajaban. No se descartaba la posibilidad de
capturar o matar a algún miembro del Secretariado o del Estado Mayor de las
FARC.
El ambicioso plan no está sin embargo a producir los resultados previstos.
Camina hacia el fracaso.
Las FARC, una vez más, demostraron la capacidad estratégica que hizo de ellas
una organización revolucionaria que, por la imaginación y la tenacidad trae a la
memoria las hazañas de los combatientes de Vietnam.
Antes del inicio de la ofensiva la desconcentración ya era una realidad. En
túneles abiertos en lugares de difícil acceso habían sido instalados grandes
almacenes para acumulación de armas, ropas, medicinas, combustible y alimentos.
Cuadros seleccionados para el efecto fueron entrenados durante ocho meses en el
manejo de explosivos, preparándose para misiones especiales.
Las formaciones tradicionales de la guerrilla fueron desechas. Como era
necesario evitar que los aviones espías identificasen grupos numerosos de
combatientes, las FARC optaron en los Frentes de aquella zona por la
desconcentración. Desaparecieron súbitamente en los departamentos del sureste.
Un comandante amigo con el cual mantuve, hace pocos días, en algún lugar, una
prolongada conversación, me informó que la dilución de las FARC en la selva
amazónica coincidió con el aparecimiento de un gran número de «unidades tácticas
de combate». Cada una tiene cinco elementos y actúa con autonomía. Mezclados
con los campesinos, esos hombres (y mujeres) no pueden ser identificados por los
aviones que espían de los cielos, sobre el tapiz verde de la selva amazónica.
Cuando es necesario atingir un objetivo en la gran floresta, dos o tres
«unidades» atacan simultáneamente al enemigo en un golpe fulminante,
separándose después.
El Ejército, desorientado, acumula frustraciones. El anillo del cerco tiene
ahora 40 Km. de diámetro en una área del Meta y Caquetá en donde se localizaba
la antigua zona desmilitarizada.
Conozco la región lo que me permite imaginar el escenario donde los elementos
de las «unidades tácticas», desplazando-se como hormigas en el bosque
constituyen una fuerza de batalla prácticamente invisible.
Simultáneamente, las FARC, para reducir la presión a que están sometidas,
intensificaron sus ataques de flagelación en Departamentos muy poblados, como
Antioquia y en el Medio Magdalena, incluso en el Chocó, en el Pacifico, causando
enormes perdidas al Ejército colombiano.
«Si en este momento dispusiéramos de misiles, la situación en el terreno seria
muy diferente – informó el comandante amigo- Pero son demasiado caros para
nosotros. En la frontera de Afganistán un misil Stinger es negociado por 15 000
dólares y un fusil común por 400. En nuestras fronteras los traficantes de
armas piden 180 000 dólares por un misil de modelo anticuado y 4500 a 5000 por
un fusil. No olvides esa evidencia. Si las FARC fueran la narcoguerrilla como
proclaman el imperialismo yanqui y sus aliados europeos, impresionando a
millones de personas, no nos faltarían armas adecuadas para enfrentar los
helicópteros. Ahora bien, su ausencia es la mejor prueba de que no tenemos los
millones que nos atribuyen y somos calumniados.»
La complicidad de Uribe con los Paramilitares
Mientras el Ejército persigue fantasmas en la amazonía colombiana y en las
sabanas ganaderas del Caquetá, Uribe, el aliado neonazi de George Bush, monta en
Bogotá la gran farsa de la reintegración en la sociedad de los paramilitares.
En primer lugar solamente un porcentaje pequeño de los paramilitares entregó
sus armas, renunciando oficialmente a sus actividades de delincuentes. Muchos
siguen en actividad en varios Departamentos, asesinando campesinos, robando,
íntimamente relacionados con los carteles de la droga. Fue de humor negro el
discurso de Salvatore Mancuso, el sucesor de Carlos Castaño en la dirección de
las llamadas Auto Defensas Unidas de Colombia –AUC:
«Con el alma plena de humildad- así habló el mafioso promovido a héroe al
entregar su fusil- pido perdón al pueblo de Colombia y a las naciones del mundo,
entre ellas los Estados Unidos, si, por acción o omisión, los ofendí ».
El mismo gobierno que se niega a negociar con las FARC el canje de prisioneros
y pone a premio la cabeza de los principales comandantes de la organización
trató de buscar lo que llama «una salida digna» para los paramilitares,
ocultando sus crímenes en una neblina impenetrable. Aún mas, garantizó su
impunidad total a través de una «suspensión condicional de penas», conocida
como «Alternatividad Penal», oficialmente designada por «Ley de justicia y
reparación». Una comedia siniestra.
Ese mismo gobierno, que dialoga amistosamente con el jefe de una organización
responsable de la matanza de decenas de miles de campesinos se prepara para
entregar a los EE.UU., en el ámbito de un acuerdo de extradición, a Simón
Trinidad, el comandante de las FARC detenido en Quito, Ecuador, durante una
operación montada por la CIA con la complicidad de los servicios secretos
ecuatorianos y colombianos.
Es oportuno transcribir aquí palabras de un comunicado en que el Estado Mayor
del Bloque Caribe, de las FARC-EP define bien la escoria humana que integra los
bandos de Castaño y Mancuso:
«El paramilitarismo es una estrategia de contra-insurrección del Estado cuyo
blanco principal es la población civil. Es una estrategia desalmada, erigida
sobre un presupuesto absurdo y cruel: sus promotores creen que promoviendo la
delocalización de los campesinos a través de matanzas, incendios y terror
lograran el objetivo de derrotar la guerrilla, porque según su perversa lógica
estarían así impidiendo su abastecimiento logístico y la incorporación de
jóvenes en sus filas».
La conexión entre paramilitares y Ejército ya no puede ser ocultada desde que
algunos generales, como Jaime Alberto Uscategui, responsable de la matanza del
Meta, han reconocido no solamente sus crímenes como la evidencia: el
paramilitarismo es el brazo de las Fuerzas Armadas para la ejecución de las
tareas más sucias.
El general Farouk Yañez, autor de la matanza de 600 campesinos en el Magdalena
Medio, sugirió que el paramilitarismo debería estructurarse como «fuerza
irregular para realizar aquello que el Ejército no podría hacer abiertamente.»
Entre más de veinte generales que mantuvieron contactos con bandos de
paramilitares es público el involucramniento de Ramírez Quintero, Rito Alejo del
Río, Carreño Sandoval, Herrera Verbel, René Pedraza y Carlos Ospina, quien es
el comandante en Jefe de las Fuerzas Militares, nombrado por Uribe.
Las FARC-EP: 40 años de lucha por la paz
Difícilmente hubo en el siglo XX una institución revolucionaria tan calumniada
como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo.
Creadas en 1964 por un grupo de guerrilleros comunistas en las montañas de su
país, ellas crecieron en luchas épicas, sobreviviendo a cercos y ofensivas casi
permanentes.
El núcleo inicial de 46 hombres y dos mujeres se transformo en estas cuatro
décadas en un guerrilla –partido que se asume como marxista-leninista. Sus
columnas, compañías, escuadras y unidades tácticas luchan hoy en 60 Frentes,
agrupadas en diferentes Bloques, integrando un Ejercito popular de 18 000
combatientes.
Construí relaciones de amistad fraternal con algunos camaradas de esa guerrilla
heroica. Confraternicé durante tres semanas en campamentos de la selva amazónica
con esa gente. Son de respeto y admiración los sentimientos que las FARC me
inspiran.
Creó que el comandante Raúl Reyes expresa bien en palabras muy sencillas el
pensamiento de sus compañeros al escribir:
«Las FARC-EP ratifican ante los pueblos del mundo su invariable compromiso de
lucha política revolucionaria en defensa de los intereses de la clase
trabajadora, de los desposeídos, los marginados, los excluidos de nuestra
patria; por el respeto de nuestra soberanía en lucha por la segunda
independencia , bajo el liderazgo de una nueva dirección estatal y gobernativa,
libre de los vicios de la politiquería, de la corrupción, del engaño y la
mentira, donde prevalezcan la honradez y la decencia en el manejo del dinero
del pueblo y la dignidad frente al imperio».(1)
(1) In «Resistencia», revista de la Comisión Internacional de las
FARC-EP, Mayo de 2004
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