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Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 28 de marzo de 2.005

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 28 de marzo de 2.005

Documento Político

Argentina ha entrado en una etapa de cambios fundamentales desde diciembre de
2001. El proceso de transformación política ha tomado una dinámica que incorpora
cada vez a más amplios sectores de nuestra sociedad.

Síntesis primera de este cambio histórico es la acción de gobierno del
presidente Kirchner con sus aciertos y limitaciones.

La negociación sobre la deuda externa, junto a las políticas de inclusión social
y derechos humanos, muestran el camino que transitamos desde la profunda
degradación en la que caímos, por efecto del neo liberalismo y sus operadores
políticos.

Es en esta nueva coyuntura que comienza a perfilarse un reacomodamiento de los
factores políticos y económicos, donde la lucha de clases no puede mantenerse
eternamente acotada por la subordinación al conflicto en el frente externo.

La justa disputa por la distribución de la renta, pone a los sectores
burocráticos del sindicalismo en posibilidad de extorsionar al gobierno,
cambiando mayores porciones de poder sindical y puestos en el armado electoral.

Desde el otro lado del arco ideológico, una izquierda declarativamente
revolucionaria, pretende conducir la lucha sin reconocer el contexto histórico
de la dependencia y anteponiendo la contradicción capitalismo - socialismo a la
de imperio - nación.

Más allá de los análisis superestructurales, hay una realidad de base en los
barrios humildes de todo el país: la marginación y el hambre siguen presentes.
En algunas provincias ya se dieron movilizaciones y piquetes uniendo ocupados
con desocupados, en los que confluyeron grupos que se ubican en espacios
políticos disímiles. La clase media, la cual mejoró un poco su capacidad de
consumo, ve pasar las movilizaciones con creciente rechazo, olvidándose que el
bienestar de las mayorías es lo único que sostendrá el de su propia clase. No
deberíamos permitir incentivar estas contradicciones entre clases que pertenecen
al campo popular, ni regalar la lucha reivindicativa a grupos
antigubernamentales si queremos construir liderazgos duraderos.

Para evitar esta maniobra de pinzas el gobierno debería tener una política
activa en la formación de precios, recurriendo a la herramienta institucional de
la defensa de la competencia y no descansar exclusivamente en la defensa del
consumidor, tomadas en general por ONGs que dan consejos de “viejas gordas” al
pobrerío con hambre.

La lección del boicot a SHELL, es que convendría haberlo ejecutado con sectores
sociales más amplios que el espacio piquetero cercano, ya que les incrementa el
aislamiento en relación con otros sectores populares y debemos preservar a
nuestras fuerzas. Pero la mejor propuesta es la recuperación de las estaciones
de servicio para ENARSA, como bocas de precios testigo.

Solo con una política activa en la formación de precios se puede garantizar los
necesarios aumentos de salarios, sin caer en la apropiación de una mayor tajada
de la renta por parte de los sectores monopólicos, que dispararía una espiral
inflacionaria que los beneficiaria con una mayor ganancia en dólares por la
apreciación del peso y la consecuente pérdida del equilibrio político

Es el liderazgo de nuestro Presidente, muchas veces en soledad, el rasgo
distintivo de esta etapa; la ampliación de la democracia y una nueva agenda
política, construida sobre las bases de un proyecto popular y nacional es el
desafío inmediato que se nos presenta a los argentinos y particularmente a sus
organizaciones políticas y sociales.

En un año electoral esta situación cobra otras dimensiones en función de
plebiscitar los logros de gobierno y las propuestas a futuro. Y es en este
contexto, donde el conflicto con la jerarquía eclesiástica nace de la intención
de grupos de ultra derecha, que pretenden recortar la base de consenso con que
cuenta el presidente en la ciudadanía.

La despenalización del aborto es un tema de sanidad social y por el alto costo
en vidas pasa a ser un tema de estado, que aunque opinable moralmente, no
debería quedar condicionado por la postura dogmática de un sector de la
población.

La derecha, que ve al presidente como un enemigo por sus posturas en derechos
humanos, confrontación con el F.M.I, fortalecimiento del Mercosur, postura
independiente frente a Cuba y fundamentalmente, los acuerdos económicos con
Venezuela que comienzan a poner un factor de competencia a los monopolios, es
clara en la defensa de sus intereses. Son estos factores los que traban y
conspiran contra el desarrollo de la causa nacional a la que convoca el
Presidente.

La vieja política con su práctica de parecer que cambia para que todo siga
igual, el pragmatismo vacío en función de los negocios, cuyas pérdidas van sobre
las espaldas del pueblo y la administración de la dependencia como máximo
programa, no tiene representatividad ni convocatoria. Son los operativos
mediáticos y los acuerdos de cúpula su razón de ser, sus límites se mostraron
claramente con el Pacto de Olivos y la Alianza.

El Ibarrismo, como remanente de la Alianza es él mas claro ejemplo. El 19 y 20
de diciembre se llamó a silencio y desde allí se dedicó a “hacer la plancha”,
permitiendo que por debajo se mantuviese el armado de negocios del sistema
porteño. La no-acción como política tiene el riesgo cierto de volcar a la vuelta
de cualquier esquina y eso fue cromagnon.

Para resolver la crisis de gobernabilidad se alía fuertemente al salvavidas de
plomo, que le tira el representante de la cámara de empresarios de la noche en
su gobierno y permite el desembarco del Duhaldismo en Capital, que supone de
esta manera robarle un distrito de apoyo al Presidente.

Como alternativa surge la receta de un patito inflable, sin internas que lo
avale, un aggiornamiento en la conducción del P.J. capitalino. Esto es ponerle
queso rallado a un plato de ñoquis, que “la gorda” se lo fagocitará de un bocado
el día de las elecciones.

La Ciudad tiene su programa de transformación que parte de la ampliación de la
democracia y el control ciudadano en las Comunas, pero que fueron suplantadas
por la “República Cromagnon” como acción gubernativa.

La construcción de la base de sustentación del Presidente debiera anclar en la
participación ciudadana y en un proyecto popular. Los administradores de la
dependencia rechazan todo lo que tenga olor a lucha por “impresentables” ante un
electorado que ellos creen reaccionario, por su incapacidad de enamorarlo. La
noche del 19 de diciembre 2001 demostró que este es un distrito tan peleador
como cualquiera, que necesita de dirigentes con claridad de consignas que sepan
leer en la agenda del pueblo de la ciudad de Buenos Aires.

Néstor Kirchner ha recuperado los lazos solidarios con nuestros hermanos
latinoamericanos y logrado un respeto de los pueblos y gobiernos de nuestra
América por su continua acción política; respeto que debería tener su correlato
interno. Todavía hay grupos y dirigentes que especulan con posiciones
sectoriales, que deberían rendir cuentas de su trayectoria, antes de ejercer la
crítica y pretender legitimarse ante el pueblo.

En esta perspectiva de construcción política de un nuevo espacio que reconoce el
liderazgo del Presidente Kirchner, que desde el campo social y las experiencias
populares, aporta su independencia de criterios con una visión responsable de la
política; es que hacemos la propuesta del proyecto popular que en un frente
ético contenga a todos aquellos que creen que es posible la unidad, para elevar
a nuestro pueblo y a los de la Patria Grande, por sobre el destino de miseria y
sojuzgamiento que nos impusieron.

Pretendemos construir herramientas políticas confiables y representativas que
lleven el debate sobre los salarios, los precios y las tarifas a favor de los
argentinos, que reconozcan a los nuevos actores sociales y los integren a la
lucha contra la desocupación; porque ningún país es viable con millones de
compatriotas sin esperanza y sumidos en la pobreza.

Es en apoyo a nuestro Presidente y en razón de nuestro pueblo que proponemos la
construcción del proyecto popular con amplitud y responsabilidad ética, en el
proceso que se inicia para aportar nuevas representaciones políticas y sociales
que respondan fielmente al programa de transformación y liberación que hoy
estamos impulsando.

Agrupación Sentimiento Popular

en el Proyecto Popular Distrito Capital Federal

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