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En marcha la reelección

En marcha la reelección

La hazaña electoral del presidente Uribe de llevar al ex guerrillero
“Julían” a un descanso en una suite del Hotel Tequendama resultó un
tiro por la culata. El país repudió esa conducta y se ha enterado de que ni el
Estado ni el presidente Uribe han pagado la cuenta correspondiente del Hotel.
¿Será que el candidato a la reelección pretende que tiene derecho a disponer del
uso de bienes y servicios privados sin pagar?, escribe Díaz-Callejas

08.12.2004 [Apolinar Díaz-Callejas*/ANNCOL] Es indudable ventaja ser
candidato presidencial al tiempo que presidente en ejercicio. Todos los actos y
deberes constitucionales, legales y políticos del presidente cambian de
naturaleza si es, a la vez, candidato para la reelección, como es el caso del
presidente Álvaro Uribe Vélez.

Lo que haga, bueno o malo, como presidente, será bueno o malo para el candidato
reeleccionista. No se puede distinguir si algo lo hace mal o bien como
gobernante en ejercicio o como aspirante al voto para su reelección. Esto, en
palabras llanas, es politiquería, clientelismo y corrupción electoral y
política.

La Constitución de 1886, la de Núñez y Caro, que institucionalizó la hegemonía
represiva y reaccionaria de la llamada Regeneración, no se atrevió a instaurar
un sistema de reelección inmediata dirigida desde el propio sillón presidencial
y con la firma de todos los decretos y decisiones por el propio candidato a ser
reelegido, como Uribe Vélez. El artículo 127 de la Constitución del 86 prohibía
la reelección para el período inmediato si el aspirante “hubiere ejercido
la Presidencia dentro de los dieciocho meses inmediatamente precedentes a la
nueva elección”.

También prohibió la elección en la persona que “hubiere sido llamado a
ejercer la Presidencia y la hubiera ejercido dentro de los seis últimos meses
precedentes al día de la elección del nuevo Presidente”. Miguel Antonio
Caro se cuidaba de cualquiera apariencia de que el presidente se hacia reelegir
dictando decretos o inaugurando obras públicas.

Desde el momento mismo de la aprobación de la reelección por el Congreso de la
República, el actual Presidente está en campaña reeleccionista. Ahora, comentar
en la prensa la situación nacional es acto político porque todo lo que hace el
Presidente incide en su campaña electoral y las reuniones que se hacen en
municipios y regiones tienen efectos electorales. Todo se hace con dineros y
bienes públicos. La moral administrativa desaparece con la campaña
reeleccionista.

La hazaña electoral del presidente Uribe de llevar al ex guerrillero
“Julían” a un descanso en una suite del Hotel Tequendama resultó un
tiro por la culata. El país repudió esa conducta y se ha enterado de que ni el
Estado ni el presidente Uribe han pagado la cuenta correspondiente del Hotel.
¿Será que el candidato a la reelección pretende que tiene derecho a disponer del
uso de bienes y servicios privados sin pagar?

El gobierno, incluidos el Presidente y el Ministro de Defensa, exculpó a las
fuerzas militares y de policía en los crímenes de Guaitarilla y Cajamarca. Todo
fue atribuido a la subversión. La Procuraduría General acaba de denunciar que lo
que dijeron el gobierno, los militares y la policía fue falso. Fue una vulgar
manipulación de pruebas para ocultar la responsabilidad estatal en esos
crímenes.

En Las Flores, San Marcos, Sucre, dos paramilitares en moto asesinaron al
comerciante Henry Antonio Díaz Torrente, de 33 años. Los asesinatos por sicarios
en moto son práctica nacional bajo este gobierno. A dos soldados del Batallón
Guardia Presidencial les fue echado en la cara ácido muriático dizque por error
del castigo de hacerlo con agua. Y sigue la reelección.

Comentando la negativa del Ministro de Hacienda, de incrementar impuestos a la
renta y a las propiedades rurales en vez de aumentar el IVA que golpea más dura
e implacablemente a las clases pobres, El Universal de Cartagena-Sincelejo
(02.12.04) señaló que esa política perjudica con mayor contundencia a la clase
media y reduce el consumo. Esto no preocupó al régimen reeleccionista.

Pero el reeleccionismo anda: fue nombrada Embajadora de Colombia en el Líbano la
señora Georgine Khalil El Chaer de Mallat, sin haber residido nunca en
territorio colombiano ni ser sometida a las calificaciones de méritos para la
carrera diplomática.

¿Dónde pondrá los votos por la reelección?

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