Blogia
Buenosdiasamerica

El mensaje de la Revolución Bolivariana

1) El mensaje de la Revolución Bolivariana
José Steinsleger - La Jornada

Luego de 20 años de saqueo neoliberal y empobrecimiento masivo, democracia de
mercado y exaltación tecnocrática del "pensamiento cero", la octava ratificación
del presidente Hugo Chávez en la República Bolivariana de Venezuela obliga a
la revisión, entre otras interrogantes, de una inquietud central: ¿hacia dónde
van y qué anhelan los pueblos de América Latina y el Caribe?

Anexión o soberanía, independencia o globalización subordinada, imperialismo
o liberación, democracia y gobernabilidad, integración socioeconómica o libre
mercado sin más, homogeneidad o identidad cultural representan, apenas, algunos
de los complejos asuntos que plantea el proceso político de Venezuela, cuna de
la primera independencia americana. ¿Volver a empezar? Sí, pero no de cero.

De Bolívar en adelante, los pueblos latinoamericanos nunca dejaron de exigir
respeto a la singularidad de sus luchas. Aguas de un manantial que incluye, por
qué no, las contradictorias experiencias de procesos como los encabezados por
el mexicano Lázaro Cárdenas, el argentino Juan Domingo Perón, el peruano Juan
Velasco Alvarado (1968), el panameño Omar Torrijos (1969) y el brasileño Getulio
Vargas, nacionalista conservador y después liberal y que hoy, hace 50 años, se
suicidó tras entender tardíamente que el imperialismo yanqui y sus aliados
nativos
son enemigos jurados de la humanidad.

Surgido de arriba, el nacionalismo de Vargas tuvo como propósito acabar con el
poder de los caudillos oligárquicos regionales (1930); el de Cárdenas surgió
de abajo, retomando las causas populares de la Revolución Mexicana (1934), y
el de Perón fue engendrado tras medio siglo de luchas de un movimiento obrero
que, llegado el momento (1945), entendió los términos de la contradicción que
anarquistas, socialistas y comunistas no vieron con la lucidez que Cuba proyectó
a partir de 1959: imperialismo o nación.

Hijos de su época, hombres cultos y militares patriotas los tres, Vargas,
Cárdenas
y Perón impulsaron grandes transformaciones sociales que dejaron huella profunda
en la conciencia nacional de sus sociedades. Sin embargo, fueron políticamente
derrotados a causa de un esquema idealizado de unidad nacional y alianza de
clases
que el imperialismo y las oligarquías acabaron por someter y doblegar.

¿Una revolución, la venezolana, "nacionalista"? En efecto. Con el añadido de
que, a diferencia de los nacionalismos apuntados, el pensamiento bolivariano
se está pensando (valga la redundancia) como lo pensaron Hidalgo y Morelos,
Artigas
y San Martín, Sucre y Morazán, Sandino y el Che hasta cristalizar en el oxígeno
ético de Salvador Allende, el zapatismo chiapaneco, los campesinos sin tierra
de Brasil, los indígenas de Ecuador, los indomables pueblos de Bolivia y la
sangre
a raudales que desde hace medio siglo derrama la insurgencia en Colombia.

Cualquier enfoque aproximativo al proceso político venezolano exige limpiarse
de prejuicios y de vuelos doctorales. Los bolivarianos aseguran que se hallan
inmersos en una revolución. Si esto es así (y los hechos indican que así es)
sería imposible entender su mensaje desde enfoques reduccionistas que conllevan
la subestimación del rol creativo de los pueblos.

Un ejemplo de reduccionismo sería el modo simplista con que ahora, ante la
contundente
derrota de la oligarquía venezolana, se expresan los déspotas ilustrados que
atribuyen la victoria de Hugo Chávez a la ingente disponibilidad de recursos
provenientes del petróleo. Dicen que su ascendiente popular ("populismo", según
ellos) les recuerda los años en que el peronismo aprovechó los altos precios
impuestos por la Segunda Guerra Mundial a productos como la carne, el trigo y
el cereal.

Ya no saben qué decir. Pero lo que nunca dirán es que en 20 años de discursos
"democráticos" y seminarios a granel, en los que se debatieron temas como la
"equidad" y las virtudes del ciudadano ideal, el pillaje neoliberal giró 300
mil millones de dólares a los bancos extranjeros, sepultando en la miseria a
80 por ciento del pueblo venezolano.

A diferencia de otros ensayos nacionalistas, el mensaje de la revolución
bolivariana
a los pueblos del continente carece de fisuras: hay una experiencia política
acumulada, una voluntad de auténtica emancipación económica, un vigoroso legado
cultural, una larga y dolorosa historia política de caminos recorridos y
compartidos.
Sería criminal, por ende, que las dirigencias esclarecidas de América Latina
y el Caribe vuelvan a perderse en los laberintos ideológicos, las soledades
políticas
y las utopías de redención sin destino.

El mensaje de la Revolución Bolivariana
José Steinsleger
La Jornada
Luego de 20 años de saqueo neoliberal y empobrecimiento masivo, democracia de
mercado y exaltación tecnocrática del "pensamiento cero", la octava ratificación
del presidente Hugo Chávez en la República Bolivariana de Venezuela obliga a
la revisión, entre otras interrogantes, de una inquietud central: ¿hacia dónde
van y qué anhelan los pueblos de América Latina y el Caribe?

Anexión o soberanía, independencia o globalización subordinada, imperialismo
o liberación, democracia y gobernabilidad, integración socioeconómica o libre
mercado sin más, homogeneidad o identidad cultural representan, apenas, algunos
de los complejos asuntos que plantea el proceso político de Venezuela, cuna de
la primera independencia americana. ¿Volver a empezar? Sí, pero no de cero.

De Bolívar en adelante, los pueblos latinoamericanos nunca dejaron de exigir
respeto a la singularidad de sus luchas. Aguas de un manantial que incluye, por
qué no, las contradictorias experiencias de procesos como los encabezados por
el mexicano Lázaro Cárdenas, el argentino Juan Domingo Perón, el peruano Juan
Velasco Alvarado (1968), el panameño Omar Torrijos (1969) y el brasileño Getulio
Vargas, nacionalista conservador y después liberal y que hoy, hace 50 años, se
suicidó tras entender tardíamente que el imperialismo yanqui y sus aliados
nativos
son enemigos jurados de la humanidad.

Surgido de arriba, el nacionalismo de Vargas tuvo como propósito acabar con el
poder de los caudillos oligárquicos regionales (1930); el de Cárdenas surgió
de abajo, retomando las causas populares de la Revolución Mexicana (1934), y
el de Perón fue engendrado tras medio siglo de luchas de un movimiento obrero
que, llegado el momento (1945), entendió los términos de la contradicción que
anarquistas, socialistas y comunistas no vieron con la lucidez que Cuba proyectó
a partir de 1959: imperialismo o nación.

Hijos de su época, hombres cultos y militares patriotas los tres, Vargas,
Cárdenas
y Perón impulsaron grandes transformaciones sociales que dejaron huella profunda
en la conciencia nacional de sus sociedades. Sin embargo, fueron políticamente
derrotados a causa de un esquema idealizado de unidad nacional y alianza de
clases
que el imperialismo y las oligarquías acabaron por someter y doblegar.

¿Una revolución, la venezolana, "nacionalista"? En efecto. Con el añadido de
que, a diferencia de los nacionalismos apuntados, el pensamiento bolivariano
se está pensando (valga la redundancia) como lo pensaron Hidalgo y Morelos,
Artigas
y San Martín, Sucre y Morazán, Sandino y el Che hasta cristalizar en el oxígeno
ético de Salvador Allende, el zapatismo chiapaneco, los campesinos sin tierra
de Brasil, los indígenas de Ecuador, los indomables pueblos de Bolivia y la
sangre
a raudales que desde hace medio siglo derrama la insurgencia en Colombia.

Cualquier enfoque aproximativo al proceso político venezolano exige limpiarse
de prejuicios y de vuelos doctorales. Los bolivarianos aseguran que se hallan
inmersos en una revolución. Si esto es así (y los hechos indican que así es)
sería imposible entender su mensaje desde enfoques reduccionistas que conllevan
la subestimación del rol creativo de los pueblos.

Un ejemplo de reduccionismo sería el modo simplista con que ahora, ante la
contundente
derrota de la oligarquía venezolana, se expresan los déspotas ilustrados que
atribuyen la victoria de Hugo Chávez a la ingente disponibilidad de recursos
provenientes del petróleo. Dicen que su ascendiente popular ("populismo", según
ellos) les recuerda los años en que el peronismo aprovechó los altos precios
impuestos por la Segunda Guerra Mundial a productos como la carne, el trigo y
el cereal.

Ya no saben qué decir. Pero lo que nunca dirán es que en 20 años de discursos
"democráticos" y seminarios a granel, en los que se debatieron temas como la
"equidad" y las virtudes del ciudadano ideal, el pillaje neoliberal giró 300
mil millones de dólares a los bancos extranjeros, sepultando en la miseria a
80 por ciento del pueblo venezolano.

A diferencia de otros ensayos nacionalistas, el mensaje de la revolución
bolivariana
a los pueblos del continente carece de fisuras: hay una experiencia política
acumulada, una voluntad de auténtica emancipación económica, un vigoroso legado
cultural, una larga y dolorosa historia política de caminos recorridos y
compartidos.
Sería criminal, por ende, que las dirigencias esclarecidas de América Latina
y el Caribe vuelvan a perderse en los laberintos ideológicos, las soledades
políticas
y las utopías de redención sin destino.
__________________________________________
2) Entrevista a Francisco Sesto,
Ministro de Cultura de Venezuela:
"El referéndum desmontó los prejuicios sobre
el gobierno de Chávez"
Hugo Guzmán Rambaldi
ANCHI

Francisco Sesto, Ministro de Cultura de Venezuela, asevera que el referéndum
pasado contribuyó a desmontar muchos prejuicios en torno del gobierno de Hugo
Chávez. En entrevista, asegura que la oposición de su país desencadenó una
guerra
mediática a la que el gobierno bolivariano no responde fundamentalmente con una
estrategia comunicacional sino con la participación y la movilización del
pueblo.

Al frente de un Ministerio creado hace unos tres meses, Sesto detalla la
ofensiva
bolivariana para masificar y universalizar la cultura en Venezuela que incluye
la impresión de 25 millones de ejemplares de varios libros, la ubicación en todo
el país de 20 mil obras gráficas y la movilización en todo el territorio de 20
mil activistas de la cultura.

- ¿Quedó mejor posicionado el gobierno de Chávez después del referéndum del 15
de agosto?

- Venezuela está más fortalecida y posicionada ante la comunidad internacional.
En el primer año, en el segundo año de Hugo Chávez había una posición muy
reticente
en lo internacional, incluso de sectores progresistas. A raíz del golpe de
Estado
contra Chávez esas inquietudes y reticencias se fueron disipando, hubo más
claridad
sobre el proceso, los luchadores y los gobiernos de otros países, comenzaron
a tener otra visión y a tener mejores relaciones con el gobierno. El referéndum
ha contribuido a desmontar muchos prejuicios sobre Venezuela y sobre el gobierno
de Hugo Chávez. La Organización de Estados Americanos, el Centro Carter y los
observadores de todo el mundo avalaron el resultado, lo respaldaron. Eso fue
muy importante. Hay riesgos todavía de que algunos sectores de la oposición
intenten
caminos violentos, pero no sería de gran fuerza porque no tienen respaldo en
las Fuerzas Armadas y porque la oposición está dividida y hay sectores que no
quieren la violencia ni el terrorismo.

- Se habla mucho del papel de los medios hegemónicos en una política
antibolivariana.
¿Qué han hecho ustedes en el plano de la información, de la comunicación para
contrarrestar eso?

- En Venezuela vivimos una guerra mediática, virtual. Al mismo tiempo hay total
libertad de expresión, no hay una situación de censura ni de represión a los
medios. Hay una guerra mediática, pero no es una guerra real, es una guerra de
los medios, sólo de los grandes medios que se han convertido en partidos
políticos,
usando medios como la televisión que es muy fuerte, de mucha influencia. Hay
elementos que han aflorado en eso como el racismo de parte de sectores de la
oposición y de los medios. El gobierno ha repotenciado un canal de televisión,
"Venezolana de Televisión", le ha inyectado recursos y esfuerzos. También
"Vivetv".
En ambos se entrega información, cultura, orientación y están intentando
enfrentar
esa guerra mediática. También han surgido, como vegetación fresca, infinidad
de radios, de periódicos, cientos de ellos a nivel comunitario, en el seno del
pueblo. Son medios, radios y diarios que están en la base popular y que son
apoyados
por el Ministerio de la Información y por el Ministerio de Cultura. Pero es la
organización popular, en las reuniones, eventos y manifestaciones donde está
la base de participación. Es un pueblo en proceso creador y participativo, que
es lo que explica el triunfo del referéndum, es el pueblo que salió a la calle
cuando se intentó el golpe de Estado, que defendió al gobierno. Ahora el pueblo
salió a votar masivamente, más de 10 millones de venezolanos votaron en el
referéndum,
yo me demoré nueve horas y media en votar, lo cual demuestra que los Ministros
no tenemos privilegios como ocurría antes. La verdad es que no hay grandes
estrategias
comunicacionales, sino que la movilización y la participación del pueblo es lo
que contrarresta la guerra mediática y permite avanzar al proceso. La fuerza
está en un pueblo activo, no tanto en estrategias de comunicación.

- La oposición ha intentado varias formas de sacar al gobierno.

- Es una oposición un poco extraña, porque apresuraron las cosas, no esperaron
por ejemplo el proceso electoral para elegir alcaldes y gobernadores a finales
de año, y quisieron rápido el referéndum. El desespero los llevó al sabotaje
al petróleo donde perdimos, Venezuela perdió, diez mil millones de dólares.
Intentaron
un golpe de Estado, llegaron al referéndum que perdieron y ahora se ven más
desesperados,
están contra las cuerdas, están divididos. Vienen las elecciones y creo que el
pueblo los va a aislar nuevamente. Hubo 4 millones o algo así que votaron contra
Chávez pero no todos ellos son violentos o fascistas, algunos están confundidos.
Nosotros esperamos una oposición civilizada, que haga equilibrio a la gestión
del gobierno y que se aleje de sectores terroristas y fascistas.

- ¿Cómo está el tema de la cultura en estos tiempos?

- El gran reto de ahora es democratizar la cultura, que el pueblo participe.
Necesitamos masificar la cultura a los 25 millones de habitantes, descentralizar
toda la actividad cultural hacia las comunidades más recónditas, sacarla de
Caracas,
nosotros tenemos 35 etnias que producen y tienen su cultura propia. Necesitamos
un nuevo paradigma en la gerencia de la cultura, en la industria editorial, del
cine. Hay sectores de intelectuales que pertenecen a la elite y no están con
el pueblo, no lo acompañan en el proceso de dignificación del país. Pero los
mejores, en términos cualitativos y cuantitativos, acompañan al pueblo. Debo
decir que el Estado edita y difunde trabajos de escritores, guionistas, poetas,
directores que son de la oposición, no hay censura. Tenemos una
institucionalidad
del pasado que era hacer una gerencia elitista y no se medía ni evaluaba la
actividad
cultural. Por eso estamos trabajando en la organización social de la cultura,
estamos instalando nuevas tecnologías para uso en la cultura. Estamos llevando
adelante las Misiones Cultura, en todo el país, con 20 mil activistas culturales
que van a atender, cada uno, a 250 familias en todos los rincones de Venezuela.
Esa será una estructura de base, abajo, en el seno de la sociedad, cada
activista
trabajará en una comunidad, se cuidará el patrimonio, la creación cultura en
todos los niveles, será una red. Es un programa muy ambicioso pero ya tenemos
el presupuesto y lo vamos a desarrollar.

- ¿Cuáles son hoy los objetivos del Ministerio de Cultura?

- Estamos en una transición de crear el Ministerio, llevamos unos tres meses
en esto. El proyecto es que tenga tres grandes áreas. Una de patrimonio e
identidad.
Otra de desarrollo humano integral, algo así como contribuir a tener un hombre
y una mujer nuevos, porque todo el pueblo tiene potencialidad para crear y
disfrutar
las creaciones culturales, queremos lograr un pueblo culto en el sentido
martiano
("Ser cultos para ser libres", José Martí). Otra área de gestión con una visión
económica para la cultura, es un área delicada porque se corre el riesgo de que
la cultura le sirva a la economía, pero aquí se trata de que la economía esté
al servicio de la cultura. Además tenemos tres propuestas fundamentales:
democratizar
la gestión en cultura, descentralizarla y masificarla y universalizarla. Hay
una gran estrategia y así lo ha planteado el Presidente Chávez, que es darle
al pueblo conocimientos, que el pueblo tenga acceso al conocimiento, que es una
de las formas de poder del pueblo.

- Ministro, ha llamado la atención la religiosidad de Hugo Chávez en sus
discursos.

- Él es una persona creyente, es sincero. Las referencias siempre son a un
Cristo
luchador, que se comprometió con la gente de su tiempo, que es una referencia
siempre. La jerarquía eclesiástica es un factor de oposición en Venezuela, pero
el pueblo, que es mayoritariamente católico, hay sectores de evangélicos, está
con Chávez, hay sacerdotes y monjas que trabajan en zonas populares y apoyan
resueltamente al gobierno de Hugo Chávez. Los procesos de cambio siempre
fracturan
a la sociedad y en la iglesia, hoy, hay una fractura que no sé como la superará
la jerarquía.

0 comentarios